miércoles, 18 de noviembre de 2009

La lucha por la Internacional Comunista (2)

ESPACIO ROJO Nº16 (NOVIEMBRE 2009)
SEGUNDA PARTE DEL ARTICULO "LA LUCHA POR LA INTERNACIONAL COMUNSITA"

Los cimientos de la Revolución Proletaria Mundial
El I Congreso de la Comintern supuso la constitución orgánica y política del Comunismo como ala revolucionaria del Movimiento Obrero. La vanguardia comunista era entonces una minoría a nivel internacional por lo que su Línea de Masas debía encaminarse a ganarse al resto de la vanguardia obrera, sobretodo, al ala izquierda de la socialdemocracia que veía en la Rusia Soviética el camino a seguir. Pero este acercamiento o paso a la Unidad debía ser precedido por la Lucha ideológica que permitiese la Transformación o el salto cualitativo de socialdemócratas a comunistas. La Revolución Socialista de Octubre genero simpatía en las masas oprimidas de todo el mundo, por lo que los partidos socialistas, en bancarrota tras sus posiciones chovinistas en la Gran Guerra, querían subirse al carro de la Revolución manteniendo sus tesis revisionistas y su “libertad” o “autonomía” respecto de la Nueva Internacional (6*). Esto suponía un problema para la Internacional Comunista pues abrir las puertas de par en par, es decir, llegar a la Unidad pasando por alto la relación dialéctica Lucha-Transformación-Unidad, significaría a corto plazo abandonar los principios marxistas, cuya defensa había supuesto precisamente la ruptura con la vieja Internacional Socialista. Este problema sería resuelto en el II Congreso de la IC en el que se darían las famosas 21 Condiciones de ingreso en la Comintern (Las 21 Condiciones están en el anexo de este articulo) que pueden resumirse en: Utilizar la propaganda para elevar a las masas proletarias hacia el comunismo, haciendo especial hincapié en la necesidad de la dictadura del proletariado. Centralismo democrático en los partidos y en la IC cuyos acuerdos son obligatorios para todas las organizaciones. Compaginar el trabajo legal con el clandestino existiendo siempre este ultimo en paralelo al anterior pues es imprescindible para que el partido lleve a cabo sus tareas revolucionarias. Trabajo entre los soldados y las masas campesinas que son la clase en la que debe apoyarse el proletariado para realizar su Revolución. Lucha por la liberación de los pueblos oprimidos… y por supuesto ruptura total con el reformismo y lucha contra el amarillismo encarnado en Ámsterdam. En el II Congreso se constituye la Internacional Sindical Roja, que agrupaba a millones de obreros de toda Europa. Si bien esta sufriría numerosos cambios pues en un principio acudieron a ella sindicatos de tipología anarquista como la C.N.T. que en este Congreso estaba representada por el sindicalista revolucionario Ángel Pestaña.
El crecimiento de la IC es impresionante. El Comité Ejecutivo realiza una enorme labor de propaganda ideológica enviando delegados a todos los continentes para que se formen partidos comunistas. La constitución de estos adolecía muchas veces de la experiencia bolchevique en la forja del Partido de Nuevo Tipo, pero esta experiencia era subsanada por la propia IC que actuaba como Estado Mayor de la RPM.
Entre el I y II Congreso, en Baviera, Eslovaquia y Hungría el proletariado tomo el poder aunque fue expulsado por la reacción como le ocurriera en 1918 a los obreros y campesinos finlandeses. La ola revolucionaria se extendía por toda Europa pero la inexistencia de Partidos Comunistas forjados como el Bolchevique, es decir, con años de experiencia en lo ideológico y lo político y fusionados con las masas, hacia que esta ola se quedase en intentonas insurreccionales.
En el terreno de la lucha ideológica, no solo a la derecha y al centro tenía que hacer frente la Comintern. En casi todos los países surgieron grupos izquierdistas cuyo sectarismo imposibilitaba a los comunistas crecer y fundirse con las masas proletarias. Estos problemas se constataron en Alemania y otros lugares donde se produjeron escisiones izquierdistas en los PC debido a la falta de claridad en cuanto a la línea política a seguir. De aquí que la Comintern dedique su III Congreso a crear la línea de Frente Único Proletario para atraerse a las masas mediante la consigna de “Ir a las masas”. El Frente Único sirve como defensa frente al izquierdismo, demostrando que hay que contactar con las masas para poder elevarlas, pero también como lucha contra el reformismo pues precisamente el F.U. trata de desenmascarar a los dirigentes reformistas. La premisa del Frente Único es esta: La vanguardia comunista ya ha sido creada demostrando que el proletariado es ideológica, política y orgánicamente una clase independiente. Pero las masas siguen atrapadas en las mentiras del revisionismo y la burguesía por lo que los comunistas deben realizar un frente con los obreros desenmascarando al reformismo, para incorporar a las masas a la Revolución Proletaria, fusionándose así la vanguardia ideológica con el movimiento obrero, con la práctica de las masas y pudiendo conformarse en un verdadero Partido Comunista que lleve a termino la praxis revolucionaria.
Esta táctica fue refrendada en el IV Congreso y en el V en el que se utilizaría la consigna de “bolchevizar los partidos comunistas” con el fin de que estos se templasen en la lucha ideológica y política hasta convertirse en verdaderos partidos de masas, que uniesen el socialismo científico al movimiento obrero. La táctica de F.U. se desviaría a izquierda y derecha, pero no sufriría grandes cambios hasta el VII Congreso cuando se adopta la táctica de Frente Popular que se caracteriza por ser un frente interclasista contra el fascismo que en su aplicación se fue desviando hacia la derecha cediendo terreno a la burguesía progresista y supeditando los intereses y la iniciativa proletaria a los de la burguesía y los reformistas. Ejemplo de ello es la actitud del PCE en la Guerra Civil, que mantuvo siempre la misma línea colaboracionista con la burguesía republicana desde el 36 hasta el 39 a pesar de los grandes cambios operados durante la contienda, ya que al final de la Guerra era el mayor Partido de la zona republicana. Y un ejemplo aun mayor de esta desviación es la disolución de la propia Comintern a la vez que se pasaba del Frente Popular al Frente Nacional con el plan de establecer gobiernos con la burguesía tras la derrota del fascismo en toda Europa, como en Francia, haciéndole el juego a los fascista que amenazaban con el “peligro comunista” para romper la unidad antifascista. Así se liquida la organización internacional del proletariado revolucionario y se pone otro granito de arena para que el revisionismo gane la partida al proletariado a ambos lados del “telón de acero”: Al Este el kruschevismo, al Oeste el Eurocomunismo.


La reconstitución de la Internacional Comunista, tarea fundamental de la RPM


“Es deber de los comunistas no silenciar las debilidades de su movimiento, sino criticarlas abiertamente para desembarazarse de ellas lo antes posible y de la manera más radical.” Lenin
La situación actual del Movimiento Comunista Internacional es fruto de su propio desarrollo interno. La vanguardia esta hoy en el atolladero, como demuestra la impotencia de esta frente a la actual “crisis” del capitalismo. Los comunistas no podemos esconder nuestras debilidades sino al contrario, ponerlas en la mesa y analizarlas. Frente a la disyuntiva a la que nos enfrentamos hay solo dos caminos: Permanecer en el letargo persistiendo día tras día en los errores que nos han traído hasta aquí (cretinismo parlamentario, frentes interclasistas, tradeunionismo, reformismo, entrismo, socialpacifismo, socialchovinismo…) o levantarnos con la bandera del marxismo-leninismo para comenzar un nuevo proceso revolucionario.
Esta última opción es la que creemos correcta y la que nos lleva a luchar contra quienes escogen la primera. Y es que en la actualidad la lucha de dos líneas es el punto de partida para reconstituir los partidos proletarios de nuevo tipo y por supuesto para reconstituir el organismo de la Revolución Proletaria Mundial, la Internacional Comunista.
La Comintern se forjo desde la escisión, la ruptura en el seno del movimiento obrero. Y su consolidación no se produjo desde la unidad organicista en torno a unos mínimos, sino desde la defensa intransigente de los principios marxistas, en especial, de la dictadura del proletariado. La IC surgió pues de la lucha ideológica, luchando contra oportunistas de distintas tendencias, que no eran sujetos “casuales”, sino que eran tendencias que podían explicarse de un modo científico, como hizo el revolucionario holandés Anton Pannenckoek. Lenin recogería los argumentos de Pannenckoek en su artículo “Las divergencias en el movimiento obrero europeo”:
“…No es posible explicarse estas desviaciones como meras casualidades o equivocaciones de tales o cuales personas o grupos y ni siquiera por la influencia de las particularidades o tradiciones nacionales, etc. Tiene que haber motivos fundamentales, inherentes al régimen económico y al carácter del desarrollo de todos los países capitalistas, que engendren constantemente estas desviaciones” (7*)

Estos factores que hacen que surjan tendencias anarquistas, revisionistas… en el movimiento obrero son varias: el desarrollo desigual del capitalismo, el carácter dialectico del desarrollo social y sobretodo la asimilación correcta o no del marxismo. Pannenckoek pone un ejemplo de cómo la burguesía incide en las corrientes del movimiento obrero, aunque tal vez este ejemplo peque de metafísico pues lo principal en el desarrollo dialectico de las cosas son sus circunstancias internas y no las externas. No obstante, este es el ejemplo: Cuando la burguesía ejerce su dictadura de modo “liberal” facilita el crecimiento de la aristocracia obrera y del reformismo, cuando la burguesía ejerce su dictadura “violenta” surge con mayor facilidad la lucha armada terrorista. Aunque insistimos en que estas circunstancias se deben más al propio desarrollo del movimiento obrero que a lo que desde fuera pueda hacer la burguesía. Lo que hay que rescatar de este trabajo del consejista holandés, más que la anécdota del ejemplo, es el afán por encontrar una explicación materialista de la situación del movimiento revolucionario, una explicación que solo se puede encontrar mediante el estudio constante de las experiencias del proletariado para extraer de ahí las enseñanzas que nos permitan avanzar hacia la conquista del Partido y la Internacional.
Los obstáculos de hoy no son nuevos. Lo que es nuevo es que en la etapa actual están presentes todas las desviaciones del proletariado por lo que la lucha ha de llevarse a cabo con mayor fuerza:
El socialchovinismo que bajo la careta del internacionalismo actúa en realidad como agente “plurinacionalista” que divide a los proletarios en su lucha común. El interclasismo, presentado como el mana que reeditara un régimen republicano. El cretinismo parlamentario por el cual se apuntalan los prejuicios burgueses del proletariado al que se le da alas para que piense que con su voto puede cambiar algo. El tradeunionismo que pretende que el proletariado adquiera conciencia revolucionaria apuntalando su situación como sujeto subordinado y que en realidad solo hace que la vanguardia vaya siempre a rebufo de las masas. El espontaneismo, viejo conocido, que lleva a la idea de que una situación concreta puede llevar a las masas a la insurrección, ya sea por una huelga general o por la independencia de un pueblo, aun sin existir el Partido Leninista de Nuevo Tipo. El socialpacifismo que lleva a muchos “revolucionarios” a condenar la violencia y ponerse del lado del Estado cuando este es atacado, olvidando que los revolucionarios debemos precisamente destruir el Estado burgués, etc. Todos estos son viejos males que nos dividen y que hay que vencer antes de llegar a la unidad de los comunistas.
Y es que no puede ponerse la unidad por delante de la lucha en un momento de graves diferencias, y deficiencias, ideológicas que son causa principal de la disgregación orgánica. No puede pregonarse la Unidad de los Comunistas sino es sobre la base de la lucha de dos líneas, “la unidad no hay que predicarla, sino conquistarla”. Estamos de acuerdo en que la unidad es necesaria, pero esta solo será posible cuando los comunistas nos hayamos deshecho de todos los elementos revisionistas y oportunistas con los que cohabitamos en nuestro movimiento. En este camino de lucha quedan todavía muchas rupturas antes de la unidad. Y no nos vale el romanticismo de la unidad, una forma de voluntarismo que antepone los deseos objetivos a la situación objetiva del movimiento. No es un “Congreso de Unificación” lo que hace falta a los comunistas, como predica Unión Proletaria, pues si de este Congreso saliese un “Partido Comunista Unificado” este solo sería un engendro de Partido obrero de nuevo tipo unido sobre unos mínimos, cuando ya sabemos lo que le pasa a un gigante con pies de barro. Lo que nos hace falta es plantearnos la lucha de dos líneas como motor de la futura unidad, no sobre unos mínimos sino sobre unos máximos, los del marxismo-leninismo. Un “partido de mínimos” solo sería un partido sin cabeza que iría, como nos pasa ahora, a la zaga del movimiento obrero dependiendo de las luchas economicistas del momento.
Plantear todas las cuestiones ideológicas y programáticas que nos separan actualmente y luchar por que triunfe la línea proletaria revolucionaria, reconociendo principios marxistas como la necesidad de la lucha armada para llegar al poder, caracterización en cada caso de la revolución pendiente y sobretodo de la base socioeconómica de esta, necesidad de la dictadura del proletariado, centralismo democrático en el partido, defensa (sin eludir la critica) de los procesos revolucionarios dirigidos por partidos comunistas (Perú, India). Reconocimiento de la necesidad de hacer un verdadero balance de la experiencia histórica de nuestra clase, como hicieron Pannenckoek o Lenin, para saber porque estamos en esta situación y cuáles son los instrumentos políticos imprescindibles con los que salir de ella…
Esta es para nosotros la verdadera tarea del momento, no solo en el Estado español, sino en todo el mundo para reconstituir la Internacional Comunista y sus secciones que transformen la Línea General Revolucionaria en Línea política concreta para aupar al proletariado al poder y acabar con la esclavitud capitalista. La historia del bolchevismo nos muestra el camino.

NOTAS:
6* Muchos partidos socialistas pedían la incorporación a la IC pero manteniendo su autonomía para así no cumplir el programa revolucionario de esta y seguir con sus planteamientos reformistas. Esto le ocurría al PSOE al que la IC respondió de forma crítica: “…Perdiendo completamente de vista la revolución mundial, os es necesariamente imposible comprender el carácter y significación de la Internacional Comunista. Os la representáis como una especie de club destinado a “unificar las fuerzas sociales que aspiran a vivir teniendo el mismo ideal”. No, camaradas, la Internacional Comunista no es eso: es una organización de lucha, es el ejército del proletariado universal el que sostiene el combate en todos los frentes de la revolución mundial. He aquí porque deben ser expulsados de sus filas todos los elementos dudosos, vacilantes y oportunistas. He aquí por que las decisiones de nuestro Comité Ejecutivo deben ser obligatorias para todos los destacamentos de este ejército universal, para todos los partidos aislados que entren en la III Internacional. En vez de las tres condiciones que presentáis para vuestra entrada en la III Internacional, nosotros os proponemos las “Veintiuna Condiciones” adoptadas por su segundo Congreso.” Comunicación del Presídium de la III Internacional al PSOE (El Socialista, 17 de Enero de 1921)
7* Las divergencias en el movimiento obrero europeo, Contra el dogmatismo y el sectarismo en el movimiento obrero, Progreso, p. 59

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