martes, 29 de diciembre de 2009

El comunismo y la crisis (II)

BREVE RESPUESTA DE LA JUVENTUD COMUNISTA DE ZAMORA AL ARTÍCULO "EL COMUNISMO Y LA CRISIS"

Tras estudiar el artículo “El comunismo y la crisis”, desde la Juventud Comunista de Zamora queremos mostrar nuestros puntos de acuerdo y discordancia con dicho artículo, aunque de manera general lo valoramos como positivo y correcto.
El camarada de Sevilla critica la actual táctica del movimiento comunista con respecto a la crisis. Y estamos de acuerdo con dicha crítica. Seguimos anclados en las viejas tácticas sindicalistas que desde hace décadas nos vienen pregonando y que según nuestros “comunistas” es desde donde hay que crear el movimiento obrero, para “acumular fuerzas”. Pero la crisis del capital ha puesto en su sitio a todos aquellos comunistas que depositaban sus esperanzas en el espontaneísmo de las masas a las que guiarían como vanguardia entrenada en el estrecho practicismo sindical. Además, producto de esta estrechez sindical que deja en segundo término lo ideológico, los programas “anti-crisis” no son muchos más alentadores. El inmediatismo y el dogmatismo derechista que creé que el concepto de masas no ha cambiado para los comunistas desde que Lenin escribiera “La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo”, lleva a los comunistas a pedir cosas como que el estado nacionalice la banca y los sectores estratégicos, haciendo apología del Estado burgués y escondiendo ante la clase obrera el carácter de clase del Estado.
En este sentido, el de los grandes errores que estamos cometiendo, no podemos ser tan condescendientes como lo ha sido el autor de “El comunismo y la crisis” que deja a gusto del lector la respuesta a ¿existe la ingenuidad en política? Nosotros contestamos que no, que no existe la ingenuidad ni la inocencia en el ámbito de la lucha de clases. Lo que si existe es ignorancia procedente de una formación alejada del marxismo-leninismo que ha sido adaptado por los ideólogos de la aristocracia obrera, o dicho más claro, por la burguesía. Aquí no queremos parecer unos lumbreras. Es difícil deshacerse de la morralla revisionista que domina tanto lo organizativo como los numerosos “textos adaptados y guías para el estudio de los clásicos”. Pero al igual que es difícil, es un deber de todo comunista y la “excusa” de la ingenuidad o la ignorancia no dura eternamente.

“A nuestro juicio, una de las consecuencias más graves del agotamiento del ciclo que inauguró la Revolución Proletaria de 1917 ha sido la pérdida de hegemonía ideológica y política de la clase explotada, lo que en parte ha conducido a que los comunistas hayamos perdido la capacidad de predicción que antaño tuvieron los grandes militantes y teóricos del Movimiento Comunista Internacional.”

Poco más puede añadirse a este párrafo pues encierra en sí mismo las tareas que la situación impone a los comunistas en la actualidad. Ante tal situación debemos retomar el estudio del materialismo dialéctico e histórico, el análisis teórico desde la concepción proletaria del mundo y la lucha de dos líneas para que el comunismo recupere su hegemonía ideológica y política. Sin este trabajo todos los programas que se presenten ante el proletariado no rebasarán el marco de la reforma del régimen burgués, aunque las palabras revolución y socialismo se mantengan como retórica en el discurso, al estilo de las cantinelas del s. XXI promovidas por el teórico H. Dietrich.


“Lo que no compartimos en absoluto es que el trabajo fundamental de los comunistas esté centrado en crear artificialmente un movimiento obrero (porque éste, mal que les pese a los fantasiosos obreristas, no existe actualmente en el Estado español) que sólo puede ser creado por la misma clase trabajadora”

También estamos de acuerdo con este planteamiento. El comunista no puede sustituir al sindicalista. Al contrario, el sindicalista debe elevarse, transformarse en comunista revolucionario. La clase obrera es autosuficiente para crear organizaciones que luchen por sus intereses inmediatos. Lo que hace falta es que los comunistas transformen esas luchas inmediatas dándoles un contenido político que las fusionen con la estrategia revolucionaria, es decir, con la toma del poder por parte de la clase. Pero para ello primero ha de existir dicha estrategia y para forjar esta estrategia es necesaria la lucha de dos líneas, la recuperación de los principios del marxismo-leninismo como la mejor concepción de las relaciones sociales que ha logrado alcanzar el ser humano, depurándola de toda concepción ajena para poder reconstituir el Partido obrero de nuevo tipo que fusione la teoría y la práctica en praxis revolucionaria. Actualmente nuestra principal labor no está en los tajos, sino fuera de ellos. Debemos elaborar la teoría sin atender a las disquisiciones tácticistas, que han de estar supeditadas en todo momento a lo estratégico:
"No se trata de saber qué es lo que tal o cual proletario, ni aun el proletariado en bloque, se proponga momentáneamente como meta. De lo que se trata es de saber que es el proletariado y que misión histórica se le impone por imperio de su propio ser". Carlos Marx

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