miércoles, 31 de marzo de 2010

Carta a la militancia de la UJCE y al conjunto de organizaciones comunistas del Estado español (5)

LA SIGNIFICACIÓN DEL PARTIDO COMUNISTA (PARTE 1)
http://www.kaosenlared.net/noticia/carta-militancia-ujce-conjunto-organizaciones-comunistas-estado-espano
Todas las organizaciones que nos consideramos marxista-leninistas tenemos por buena la concepción del Partido proletario de nuevo tipo que Lenin expuso en su ¿Qué Hacer? y que venía a decir que el Partido Comunista es “la fusión del socialismo científico y del movimiento obrero (…) La lucha de clase de los obreros se convierte, en virtud de esa fusión, en lucha consciente del proletariado por liberarse de la explotación a que le somete las clases pudientes y se constituye la forma superior del movimiento obrero socialista: el partido socialdemócrata independiente”. (1*) Por supuesto, esta caracterización del Partido es correcta, pero de ella se desprenden muchas cuestiones que ponen en evidencia la situación actual del movimiento comunista en el que existen varios destacamentos de vanguardia, generalmente centrados en la lucha práctica y espontánea del movimiento obrero, desentendiéndose de la ideología proletaria que se lleva vagamente al movimiento espontáneo, edulcorada con multitud de concepciones burguesas que deforman los principios conceptuales del marxismo y dejan a este como una simple guía histórico- táctica a la que agarrarse para justificar el reformismo y el oportunismo.

La significación histórica del Partido Comunista


Tomando como cierta la concepción leninista del Partido Comunista, resulta que este es la solución a la contradicción entre conciencia o socialismo científico y ser social o movimiento obrero. Una solución que está íntimamente ligada al desarrollo dialéctico de la lucha de clases, en concreto al desarrollo del proletariado en su lucha contra la burguesía. Este desarrollo permitió esa unidad entre ser y conciencia algo que requirió una larga etapa histórica en el terreno ideológico y en el práctico.
La conciencia es la capacidad que permite al ser humano aprehender las contradicciones objetivas que existen en el mundo con el fin de que podamos conocer y comprender el devenir del ser. Con la adquisición de la conciencia surge la crítica objetiva, que es objetiva porque las contradicciones existen fuera de nosotros, forman parte del mundo objetivo. Así la crítica se considera objetiva porque se realiza “desde fuera”. La crítica objetiva necesita de una actividad subjetiva como forma de aprehensión intelectual de las contradicciones objetivas y de vigilancia (crítica) para que se haga realidad lo que el desarrollo dialéctico objetivo impone como necesidad de su movimiento.
Pero el sujeto, el ser social, no debe conformarse con esa “vigilancia”, ésta debe ser rebasada pues no vale con contemplar el desarrollo de las fuerzas productivas ya que su desarrollo tan solo indica una tendencia histórica, desarrollo o tendencia que por sí sola no genera el salto necesario, la ruptura revolucionaria que debe existir para que la tendencia dialéctica se convierta en realidad. (Es decir que el desarrollo del capitalismo no trae por sí solo el socialismo). Antes de que el proletariado alcanzase su forma superior de organización, el Partido Comunista, hubo numerosos “marxistas” que se conformaban con contemplar, vigilar el desarrollo de las fuerzas productivas. Pero ni ellos intervenían ni pensaban que el proletariado tuviese un papel relevante en ese cambio, más allá del de su posición como sujeto subordinado que empujaba a la historia desde las estructuras ya creadas (utilizando el aparato estatal burgués). Estos “marxistas” académicos, eran los revisionistas de la II Internacional que analizaban la historia cayendo en el determinismo fatalista y el economicismo desechando el papel revolucionario del proletariado, negando así la dictadura de clase y el Partido de nuevo tipo que son la expresión política de la praxis revolucionaria del proletariado. Kautsky y cía. pensaban que con ayudar al Estado burgués a llevar a cabo reformas económicas el socialismo llegaría por el propio desarrollo de los acontecimientos (para ellos valía con “vigilar”). Por tanto esta “crítica objetiva” estaba totalmente desligada del ser social. Esta fue cronológicamente una etapa posterior a Carlos Marx aunque en los hechos se retrotraía a la etapa anterior a éste y su Conciencia Revolucionaria (los tiempos del sindicalismo y el economicismo) que si comprendía el papel del ser social pero que todavía no estaba ligado con éste. (Es conciencia revolucionaria que comprende la praxis, pero que no puede realizarla por no estar unida al ser social)

La conciencia es ante todo un reflejo intelectual de las relaciones sociales, es decir la práctica social, que son el conjunto de relaciones sociales generadas por el hombre para reproducir sus medios de vida. La práctica (el ser social) en unión dialéctica con su contrario, la teoría (conciencia) se transforma en praxis siendo el aspecto principal de la contradicción la práctica. Así ser social y conciencia forman una unidad material que corresponde al modo de vida de los hombres y del cual surge la concepción revolucionaria del mundo.

El materialismo histórico es la expresión histórica de la permanente transformación (revolucionarización) del mundo desde la actividad productiva. El ser humano se posiciona en la historia como sujeto perteneciente a la clase productora o a la clase expropiadora en los diversos sistemas sociales de producción que ha conocido el desarrollo dialéctico del ser desde el primigenio comunismo primitivo (comunismo de necesidad) hasta el actual capitalismo, que no deja de ser otra etapa clasista de mediación entre el anterior comunismo de necesidad y la futura sociedad sin clases comunista (comunismo de libertad). Este materialismo histórico que aplica en la historia del hombre el materialismo dialéctico, tan solo sería una ciencia académico-burguesa si no lograse su unidad con el ser social. Como decía Marx ya no se trata de observar el mundo sino de transformarlo. Por ello hay que trabajar para que la clase revolucionaria de nuestro tiempo adquiera la conciencia para sí, para que conozca su papel transformador de la sociedad. Como decíamos más arriba esto solo lo comprende el proletariado al organizarse en Partido Comunista, puesto que antes los “marxistas no socialistas” o los socialistas revisionistas creían que con que el proletariado tuviese su conciencia en sí, le valdría para traer el socialismo al que no veían como un cambio traumático en la sociedad sino como el desarrollo lógico de la historia de los hombres. Al proletariado le bastaba entonces con luchar por reformas económicas que mejorasen su situación inmediata hasta que llegase el socialismo que solo tendría que gestionar, pero no crear. Ante esta posición de los “académicos”, que contravenían a Marx, seguía siendo necesario el surgimiento de la conciencia revolucionaria para forjar la unidad de conciencia y ser social. Una conciencia revolucionaria que rescataría Lenin.

La conciencia como atributo de la materia tiene un desdoblamiento (uno se divide en dos) que se constata en la existencia de una conciencia en sí y de una conciencia crítica. La conciencia en sí es la conciencia falsa que solo refleja la parte de la práctica social encaminada a reproducir su existencia en cuanto a conservación de las formas que reviste el modo de producción social. Esto explica la aparición del sindicalismo como práctica del proletariado basado en la conciencia en sí de la clase obrera como conjunto de intereses comunes y “espontáneos” tendentes a la mejora de las condiciones materiales dadas del proletariado pero que no podían ser orientados, esos intereses, a la superación de ellos puesto que carecían de la conciencia crítica-revolucionaria.(En la etapa “premarxista” del movimiento obrero no existía tal concepción de la conciencia y después de Marx esta sería ocultada por los revisionistas por lo que el sindicalismo sería el dominante hasta la irrupción de los bolcheviques). La conciencia crítica lleva a la conciencia a las posiciones de la crítica objetiva capaz de dividir teoría (conciencia objetiva) y práctica (conciencia espontánea). Solo así la crítica objetiva puede transformar, elevar la conciencia de sí de la clase obrera y convertirla en conciencia revolucionaria, para sí. Surge así el proletariado como clase revolucionaria al coincidir ya la conciencia de sí con la conciencia objetiva: “cuando la crítica objetiva consigue transformar la falsa conciencia, la conciencia proletaria se convierte en revolucionaria o para sí misma y el proletariado puede desarrollar su práctica social subjetiva en la misma tendencia del proceso social objetivo”. “La conciencia rescata su unidad con la materia bajo la forma de proletariado revolucionario. La praxis es rescatada como unidad de la teoría y la práctica en un nivel superior, como praxis revolucionaria”. (2*)

La Praxis Revolucionaria, como unidad de la conciencia revolucionaria (socialismo científico) y del ser social (movimiento obrero) adquiere la forma de Partido proletario de Nuevo Tipo. El proletariado realiza su praxis revolucionaria desde y como Partido Comunista. Al ser el producto político de la unión dialéctica de ser social y conciencia, el Partido obrero de Nuevo Tipo es el modo históricamente superior de estado de la conciencia que se corresponde con la forma superior del movimiento social.
Actualmente la conciencia objetiva ha sido superada por el proletariado revolucionario. Pero aún no se ha llegado a la unidad entre el ser social y la conciencia crítica. Estamos pues en el período de reconstitución del PC puesto que existe una conciencia revolucionaria que comprende que no solo hay que observar el mundo o “vigilar” el desarrollo dialéctico de la sociedad, sino que hay que transformar el mundo y para ello hay que fusionar esa conciencia revolucionaria (socialismo científico) con el proletariado (ser social) para realizar la Praxis Revolucionaria como aplicación a la realidad por parte del proletariado de la conciencia de su papel transformador en la historia.

La constitución del proletariado como clase revolucionaria, ocupa toda una etapa de esta clase: Hegel reconoce la crítica objetiva, pero no la necesidad de transformación de la realidad por parte del ser social. Carlos Marx que vio como el proletariado se conformaba como clase, rompe con Hegel y su idealismo y reconoce que la crítica objetiva ha de unirse al sujeto para que éste transforme la realidad. Pero la experiencia del proletariado limitó a Marx en las cuestiones del Partido y por ello no pudo darle una forma práctica a su concepto de fusión del socialismo científico con el movimiento obrero. Unos años más tarde, Lenin si pudo ya darle forma a la concepción marxista de praxis revolucionaria (unidad del ser y la conciencia) mediante el Partido de nuevo tipo que rompía con los viejos esquemas de la socialdemocracia revisionista. Del “partido-sindicato de la conciencia en sí”, el leninismo da un salto cualitativo y surge el “partido de la conciencia para sí”, el partido revolucionario del proletariado encargado de provocar el salto traumático entre el capitalismo y el socialismo y de dirigir este hasta el final, es decir hasta el comunismo, mediante la dictadura del proletariado.

NOTAS
(1*) V. Lenin. “Una Tendencia Retrógrada en la Social¬democracia Rusa”, 1899, en, Obras Completas, Editorial Progreso, Moscú, t. 4, pág. 260-261.
(2*) PCR, “La Nueva Orientación en la Reconstitución del Partido Comunista”, El Martinete, nº 19, pg. 138.

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