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En abril del año pasado publicábamos el Espacio Rojo nº 17 acerca de la cuestión del campo en la Comunidad Autónoma de Castilla y León. Sobre esta problemática presentamos, igualmente, una ponencia en las II Jornadas Anticapitalistas de Zamora. Pero las críticas que se vertieron sobre nosotros, nada tuvieron que ver con el campesinado de nuestra tierra, sino que iban encaminadas a temas nacionales, pues según un grupo de nacionalistas cometíamos enormes sacrilegios al utilizar un guión entre la palabra Castilla y la palabra León y al no diferenciar claramente el campo castellano del campo leonés. Como si las problemáticas del pequeño productor agrario o ganadero en los Estados Imperialista de la UE no fuesen, en esencia, los mismos.
"Pancastellanos", "casteztales", "reaccionarios", "negacionistas"... fueron muchos los epítetos que nos dedicaron representantes virtuales del leonesismo. En la Juventud Comunista no somos de la opinión de que todas las opciones políticas sean respetables, eso se lo dejamos a los burgueses y su hipocresía. No obstante si respetamos a todos aquellos que desde una militancia antifascista y de izquierdas sienten apego por su tierra ya sean, en este caso, del País Leonés o de Castilla. Porque en nuestra ciudad hemos trabajado con ellos en numerosos movimientos sociales y porque seguramente seguiremos trabajando con ellos a pesar de las grandes diferencias que nos separan.
Pero esto no significa que los comunistas vayamos a rehusar el debate. Y menos cuando nacionalistas disfrazados de rojo se atreven a llamarnos reaccionarios con una triste argumentación que no pasa del ataque a un guión entre Castilla y entre León. Un guión que para los que ven la actualidad con anteojos de anticuario parece haberse transformado en la temible espada del mercenario Rodrigo Díaz de Vivar que vuelve por tierras zamoranas a someter al noble Reino de León. Y es que ante este tipo de provocaciones y para no evitar posicionarnos sobre este problema candente dentro del movimiento comunista, los nacionalistas merecen una respuesta. Pues el problema nacional amenaza desde hace un gran lapso de tiempo nuestra coherencia ideológica como marxistas-leninistas, convirtiendo a muchas de las organizaciones en vulgares materialistas estáticos, que le otorgan a la nación una posición preexistente a su base material, a lo que le sustenta y le da forma, el movimiento nacional.
Nuestro trabajo pretende arrojar un poco de luz sobre el actual estado en que se encuentra el debate sobre el problema de las nacionalidades en el Estado español desde una óptica revolucionaria y de clase, intransigente con todo aquello que pase por encima del internacionalismo proletario que a nuestro juicio debe ser la posición de los comunistas en torno a la cuestión nacional. Por estas razones hemos querido centrar nuestro ER nº 19 en la cuestión nacional.
Juventud Comunista de Zamora,
Enero de 2011.
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Revolución y Cuestión Nacional
Hay a quienes les rechina eso de ser anticapitalista antes que zamoranista o leonesista. Para este tipo de elementos el sistema capitalista no es en sí mismo un problema. No diremos que nos sorprende, pues para estas gentes las clases sociales y sus luchas no son más que una anécdota que rodea al verdadero motor de la historia: la lucha entre feudos y reinos que sobrepasan la historia de los distintos modos de producción que ha conocido la humanidad y que perduran por los siglos de los siglos.
Es del todo normal que ante los ojos de estos nostálgicos del medievo metidos en política el enemigo sea el "centralismo y el capitalismo castellanopucelano". Pues pudiera parecer que estos términos son equivocados sin más y que no tienen un trasfondo político, pero precisamente son este tipo de términos el sustento ideológico de los nacionalismos del Estado español, ya que hasta los nacionalistas españoles de todo pelaje tiran del capitalismo norteamericano para explicar los males de la patria, siempre que el argumento antiyanki sirva para eximir de culpabilidad clasista a la burguesía imperialista patria.
De la argumentación "anti-pucelana" se desprende que en el Reino de León o Región, o País, o Nación o como lo quieran llamar (quizás deberían ponerse de acuerdo las distintas fracciones del leonesismo antes de darnos órdenes lingüísticas al estilo de la RAE), no existiesen clases sociales. El opresor está fuera, en Valladolid, y es el conjunto del "pueblo leonés" el que sufre esta opresión nacional independientemente de su posición respecto de los medios de producción. Pues la opresión castellana lleva al patrón de Toro, al de Villablino y al de Guijuelo a una posición de subordinación respecto del capital foráneo que le impide alcanzar sus aspiraciones como clase nacional dentro del marco del Estado español, y más en concreto de la Comunidad Autónoma Castellana y Leonesa. Así la lucha política se reduce al marco nacional o regional, pero no como lucha interna entre proletarios y burgueses, sino principalmente como lucha común hacia fuera en cuanto a que todo el "pueblo leonés" representa una comunidad de intereses contrapuesta al "centralismo pucelano" que deben combatir por igual las clases proletarias y burguesas que unidas forman este pueblo al oeste de la península ibérica.
Con esta premisa ya tenemos la base ideológica del leonesismo y de todo nacionalismo: nuestra nación está siendo saqueada y las principales contradicciones a solucionar son nacionales y no clasistas por lo que la lucha principal debe ser León contra Castilla y no Trabajo contra Capital.
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