martes, 8 de febrero de 2011

Espacio Rojo 19: Revolución y Cuestión nacional (5/5)

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Una Clase, Un Estado, Un Partido


Pues el error más grave del nacionalismo, por cuanto niega la experiencia histórica de la lucha de clases, es la incomprensión total del lugar objetivo que ocupa el proletariado en la sociedad y en la historia y de lo que mediante su práctica subjetiva ha logrado desarrollar: el partido obrero de nuevo tipo, el Partido Comunista, que es el único organismo social capaz de dirigir la Revolución Socialista, la revolución pendiente en el Estado español. Porque el Partido Comunista es el instrumento superior de la clase obrera. Es un órgano que no solo ejerce la labor de Estado Mayor de la clase sino que muestra el movimiento constante de las masas hacia su vanguardia, la unidad dialéctica de la vanguardia y las masas como movimiento organizado en base a los principios del marxismo-leninismo (unión de teoría y práctica) que se plasman en su Programa Revolucionario (Praxis revolucionaria) de destrucción del viejo orden burgués. Organización garante de la independencia política de la clase obrera y por tanto de que el proceso revolucionario se dirige hacia el Comunismo.

Frente al Partido obrero de nuevo tipo, órgano superior de la clase revolucionaria, los nacionalistas presentan un frente común interclasista negando al Partido como tal y reduciéndolo, en el mejor de los casos, a un mero apéndice de tal o cual Movimiento de Liberación Nacional para arrastrar al proletariado bajo las banderas de la burguesía. Pero el proletariado tiene su propia bandera probada en mil y una batallas y no puede ir a la zaga de ningún movimiento nacional. Así pues los revolucionarios luchamos por la reconstitución del Partido Comunista marxista-leninista para todo el Estado español, mientras que el nacionalismo, siempre reaccionario en última instancia, se empeña en difuminar esa tarea fundamental para los trabajadores a los que pretende empantanar en la forja de su nación, poniéndolo bajo sus filas en un movimiento interclasista como una facción nacional más subordinada al interés general de la patria, que es en realidad el interés particular de la burguesía. Y esto no solo ocurre con los distintos MLN del Estado español, sino que es común a todo el nacionalismo incluido el del republicanismo de corte españolista que busca en la República burguesa el Estado redentor de todos los males de las Españas y al que pretenden arrastrar al proletariado alejándolo de su Partido y llevándolo al pantano del interclasismo pequeñoburgués en nombre de la Unidad del pueblo, demostrándose así que todos los nacionalistas, los grandes y los pequeños, acaban dándose la mano en su labor de desviar la atención del proletariado sobre su verdadera liberación que pasa por la destrucción del Estado burgués con independencia de a que burguesía nacional defienda.

Haciendo una recapitulación sobre todo lo expuesto, diremos que los comunistas apoyamos el derecho a la autodeterminación de los pueblos. Fraseología huera si no se le da contenido basado en una propaganda a favor del derecho democrático de los pueblos a decidir su futuro y en una denuncia de la represión a que son sometidos los distintos MLN. Pero esto ni mucho menos significa que la clase obrera tenga que postrarse ante los intereses nacionales y pequeñoburgueses o que tenga que adscribirse y dedicarse a engrosar las filas de verdaderos o ficticios movimientos nacionales. El marco de actuación para la revolución no es ni la región, ni el feudo ni la nación. Es el Estado. Aquí la consigna proletaria e internacionalista no es independencia y socialismo, sino Un Estado, Una clase un Partido. La dictadura del proletariado garantiza la libertad y el pleno desarrollo de los pueblos. La independencia nacional no garantiza la dictadura del proletariado.

La clase obrera debe cuidarse ante todo de luchar por sus intereses que solo pueden cristalizar a través de la Revolución Socialista y de la toma del poder político. Hoy esos intereses, esos objetivos, pasan por retomar el marxismo-leninismo y ponerlo al frente del Partido Comunista que sea no solo vanguardia de la clase, sino la suma de organizaciones que desde el marxismo unifiquen a éste con el movimiento obrero. Lo demás es engañar a los trabajadores con el dulce nacional.

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