Los Soviets en la Revolución Rusa
Sería imposible
comprender la revolución rusa sin tener en cuenta el fundamental papel de los
soviets, una de las más grandes aportaciones que hizo a la historia
revolucionaria. Con los Soviets nacían las nuevas instituciones de democracia
obrera, a través de las cuales las masas podían aspirar a ver realizados sus
anhelos revolucionarios, y serían también el embrión del estado socialista
soviético, las bases sobre las que se apoyarían los bolcheviques en la
insurrección de Octubre y la posterior guerra civil.
Y sin embargo, por
fundamental que fuera su papel, los soviets no serían una creación de lo más
avanzado del proletariado, de la vanguardia constituida en el Partido Obrero Socialdemócrata
bolchevique Ruso (el POSD(b)R, también conocidos como bolcheviques), ni de
algunos de los líderes más brillantes de la historia comunista como era el caso
de Lenin, sino que fueron fruto de la creatividad espontánea de las amplias
masas obreras revolucionarias de un país atrasado y eminentemente campesino
como era la Rusia zarista.
Nacimiento
de los Soviets
La Rusia atrasada, bajo la influencia de
una serie de factores históricos completamente originales, dio al mundo el
primer ejemplo, no sólo de un salto brusco de la actividad espontánea en época
de revolución de las masas oprimidas (cosa que ocurrió en todas las grandes
revoluciones), sino también de la significación de un proletariado que
desempeñaba un papel infinitamente superior a su importancia numérica en la
población; mostró por vez primera la combinación de la huelga económica y la
huelga política, con la transformación de ésta en insurrección armada, el
nacimiento de una nueva forma de lucha de masas y organización de las masas de
las clases oprimidas por el capitalismo, los Soviets.
Lenin.
“La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo”.
Los Soviets aparecen en la historia por primera
vez en 1905, en el marco de una insurrección espontánea de soldados, obreros y
campesinos, a partir de una huelga política en San Petersburgo (después
denominada Petrogrado, durante la era socialista Leningrado, y tras el triunfo
definitivo de la reacción capitalista de nuevo San Petersburgo) que deviene en
insurrección de las masas y sublevación de numerosos regimientos de soldados.
En ese vacío de poder consecuencia del rápido colapso del estado zarista, las
masas se organizan en los soviets de diputados obreros y soldados, donde eligen
a sus representantes, siempre revocables, para que administren todas las
esferas del poder estatal y económico.
Sin embargo, el contexto en que nacen de forma
espontánea sólo puede ser calificado de particular; mientras el Estado ruso
permanece bajo la forma de una monarquía absoluta y autocrática, sustentada por
la vieja aristocracia, y obligada a emprender la “modernización” e
industrialización del país por sus aspiraciones como potencia imperialista y la
competencia de las potencias vecinas, en la sociedad rusa esta
industrialización a marchas forzadas provoca el surgimiento de importantes contradicciones
sociales, con una burguesía urbana que no ve satisfechas sus demandas
democrático-burguesas en el zarismo, y una clase obrera joven, apenas sindicada
y con escaso peso de la aristocracia obrera, pero imbuida de una ideología
marxista madura y notablemente desarrollada en los países capitalistas de
Europa Occidental.
En este contexto, las tensiones a las que se
ven sometidas las clases sociales rusas como consecuencia de las guerras
imperialistas, terminan de agudizar la tensión existente entre una sociedad
protocapitalista y un Estado autocrático y semifeudal. Así es como la
humillante derrota recibida en la guerra ruso-japonesa de 1905, prende la mecha
insurreccional, que en pocas semanas se extiende por las principales ciudades
de Rusia. Los campesinos se rebelan contra los terratenientes, las masas
obreras transforman las reivindicaciones laborales en una huelga revolucionaria
política, y los soldados, en su mayoría campesinos, se amotinan contra sus
oficiales y se unen a los obreros en las calles al son de la Marsellesa. Así
debe sonar toda revolución burguesa; salvo que en este caso, la burguesía rusa
no tiene la fuerza ni la voluntad política para tomar las riendas de una
insurrección que le coge a desmano mientras hacía malabarismos para salvar la
monarquía zarista bajo una nueva fachada “constitucional”.
“...
la humanidad no conoció hasta 1905 lo inmensa, lo grandiosa que puede ser y
será la tensión de fuerzas del proletariado cuando se trata de luchar por
objetivos verdaderamente grandes, de luchar de un modo verdaderamente
revolucionario. (...). Delante iban los mejores elementos de la clase obrera,
arrastrando tras de sí a los vacilantes, despertando a los dormidos y animando
a los débiles. (...). Gracias a esta lucha, un nuevo espíritu agitó al pueblo
ruso en su conjunto. Y sólo entonces fue cuando la Rusia feudal, sumida en un
sueño letárgico, la Rusia patriarcal, piadosa y sumisa, se despidió del viejo
Adán; sólo entonces tuvo el pueblo ruso una educación verdaderamente
democrática, verdaderamente revolucionaria.
Lenin, “Informe sobre la revolución de 1905”
No era la primera vez en la historia que las
masas populares armadas interpretaban un papel protagonista en el curso de una
revolución burguesa; en 1789 sería la “chusma parisina”, los sans culottes, quienes armados asaltarán
la Bastilla y tomarán el Palacio de las Tullerías. Sin embargo, las masas
parisinas carecen de la conciencia de clase que sí estaba ya presente en el
proletariado ruso; la clase obrera no ha alcanzado su madurez, y fluctúa entre
las reminiscencias reaccionarias de artesanos y campesinos feudales, y la
radicalidad democrática de la incipiente pequeña burguesía urbana. Por ello,
aunque hasta 1795 no dejan de presionar a las distintas asambleas
parlamentarias burguesas que surgen al calor de la revolución para ver
satisfechas sus reivindicaciones, en ese momento histórico era imposible que
dichas masas desclasadas pudiesen crear de forma espontánea sus propias
instituciones, su propio poder en competencia con el recién nacido estado de la
burguesía.
En
1905, las condiciones subjetivas del proletariado ruso, sí posibilitan el
nacimiento de los Soviets, del poder proletario, durante el vacío causado por
una revolución democrática pendiente. Así lo certifica Lenin, cuando apenas
conoce la noticia desde el exilio escribe: “El
Soviet de diputados obreros ha nacido de una huelga general, con motivo de la
huelga y para propiciar los fines de la huelga. ¿Quién ha sostenido y ha
terminado victoriosamente dicha huelga? Todo el proletariado,
dentro del cual se cuentan, por fortuna en minoría, los que no son
socialdemócratas. ¿Qué fines
perseguía la huelga? Económicos y políticos, al mismo tiempo…”
Lenin.
“Nuestras tareas y el soviet de diputados obreros.”
Ante los Soviets, la postura de algunos
bolcheviques fue dubitativa en un principio, entre aquellos que rechazaban los
soviets y pensaban que toda organización obrera revolucionaria debía estar
dentro de los márgenes del Partido, y aquellos que abogaban por la
participación en ellos de los revolucionarios. Sin embargo Lenin aprecia desde
el principio, en 1905, la importancia histórica de esta nueva institución, pese
a que las masas “soviéticas” abracen como referente a los oportunistas
mencheviques. Por ello, Lenin llama a sus camaradas a “aprovechar la lucha conjunta con los camaradas proletarios, sin
establecer diferencias por sus ideas, para predicar sin descanso y con firmeza
el marxismo, la única concepción del
mundo verdaderamente consecuente y verdaderamente proletaria.
“Cada
paso de la lucha proletaria indisolublemente unido a nuestra actividad
planificada y organizada de socialdemócratas, acercará cada vez más las masas de la clase obrera
rusa a la socialdemocracia”.
Lenin.
“Nuestras tareas y el soviet de diputados obreros”.
Fracasada
la insurrección de 1905 gracias a la dubitativa postura de los oportunistas
“socialdemócratas”, a la conciliación con los zaristas de los
liberal-conservadores, y la inmadurez política de la clase obrera, los
revolucionarios se enfrentarían a una oleada represiva que arrastraría a muchos
al exilio, la cárcel o la horca. Sin embargo, la esperanzadora experiencia de
su participación en los soviets quedaría como un recuerdo imborrable para las
masas obreras rusas, y en el tiempo transcurrido entre 1905 y la insurrección
de Febrero de 1917 este recuerdo no dejaría de alimentarse e idealizarse,
manteniendo la llama revolucionaria en un proletariado al que le había bastado
con apenas saborear las mieles de su dictadura de clase y del socialismo para
anhelarlo con toda su fuerza.
¿Qué son los Soviets?
"Los Soviets -- decía Lenin ya en septiembre de 1917
-- son un nuevo aparato de Estado que, en primer lugar, proporciona la fuerza
armada de los obreros y de los campesinos, fuerza que no está, como lo estaba
la del viejo ejército permanente, apartada del pueblo, sino ligada a él del
modo más estrecho; en el sentido militar, esta fuerza es incomparablemente más
poderosa que las anteriores; en el sentido revolucionario, no puede ser
remplazada por ninguna otra. En segundo lugar, este aparato proporciona una
ligazón tan estrecha e indisoluble con las masas, con la mayoría del pueblo,
una ligazón tan fácil de controlar y renovar, que en el aparato del Estado
anterior no hay nada que se le parezca. En tercer lugar, este aparato, por ser
elegibles y revocables a voluntad del pueblo, sin formalidades burocráticas,
los hombres que lo integran, es mucho más democrático que los aparatos
anteriores. En cuarto lugar, este aparato proporciona una sólida ligazón con
las profesiones más diversas, facilitando de este modo, sin burocracia, las más
distintas y más profundas reformas. En quinto lugar, proporciona una forma de
organización de la vanguardia, es decir, de la parte más consciente, más
enérgica y más avanzada de las clases oprimidas,
de los obreros y de los campesinos, constituyendo, de este modo, un aparato por
medio del cual la vanguardia de las clases oprimidas puede elevar, educar,
instruir y guiar a toda la gigantesca
masa de estas clases, que hasta hoy permanecía completamente al margen
de la vida política, al margen de la historia. En sexto lugar, proporciona la
posibilidad de conjugar las ventajas del parlamentarismo con las ventajas de la
democracia inmediata y directa, es decir, reúne en la persona de los
representantes elegidos por el pueblo la función legislativa y la ejecutiva. Comparado con el
parlamentarismo burgués, es un avance de trascendencia histórica mundial en el
desarrollo de la democracia. . .
Sin la iniciativa creadora popular de las clases revolucionarias no hubiera organizado los Soviets, la revolución proletaria en Rusia se vería condenada al fracaso, pues, con el viejo aparato, el proletariado no habría podido, indudablemente, mantenerse en el Poder. En cuanto al nuevo aparato, es imposible crearlo de golpe" (Lenin v. t. XXI, págs. 258-259).
Sin la iniciativa creadora popular de las clases revolucionarias no hubiera organizado los Soviets, la revolución proletaria en Rusia se vería condenada al fracaso, pues, con el viejo aparato, el proletariado no habría podido, indudablemente, mantenerse en el Poder. En cuanto al nuevo aparato, es imposible crearlo de golpe" (Lenin v. t. XXI, págs. 258-259).
Citado por J. V. Stalin. “La Revolución de Octubre y la táctica de los comunistas
rusos”.
Con
estas precisas palabras resumía Lenin “qué eran los soviets”, el germen de la
dictadura del proletariado, la organización para la conquista y gestión democrática
del poder ejecutivo y legislativo de las masas armadas bajo la vanguardia proletaria,
y concienciadas a través de su práctica revolucionaria directa. Y cabe destacar
que en este texto hable de “crear el nuevo aparato” del Estado Socialista,
mientras que en otros textos sitúe su nacimiento espontáneo (según la
experiencia revolucionaria rusa, pero que sin embargo no se repitió en ningún
otro país).
El embrión de la República Socialista
Soviética, coexistiendo tanto en 1905 (con la monarquía zarista) como en 1917
(con el Gobierno Provisional) con un poder paralelo.
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