miércoles, 1 de febrero de 2012

Los Soviets en la Revolución Rusa (2/3)



Coexistencia “pacífica” del poder burgués y el poder proletario


"Explicar a las masas que los Soviets de diputados obreros son la única forma posible de gobierno revolucionario y que, por ello, mientras este Gobierno se someta a la influencia de la burguesía, nuestra misión sólo puede consistir en explicar los errores de su táctica de un modo paciente, sistemático, tenaz y adaptado especialmente a las necesidades prácticas de las masas."
Lenin. “Las tareas del proletariado en la presente revolución”

En el vacío de poder que sigue a la caída del régimen zarista en 1917, surge una dualidad de poderes; el poder obrero y campesino de los Soviets, y el poder burgués del Comité de la Duma de Estado, el embrión del parlamento y la democracia burguesa. Ambos poderes compiten en un primer momento por controlar a la fuerza armada, a los soldados sublevados. Los bolcheviques apuestan desde el principio por los soviets, mientras que los oportunistas mencheviques y social-revolucionarios, aún con mayoría en los propios soviets y amplio apoyo en las masas, pretenden crear una caricatura de soviets que solo sirva como sostén del parlamento burgués y refuerzo de sus reivindicaciones en el mismo. Por ello, desde los propios soviets en los que tenían la mayoría, llamaban al pueblo a apoyar al gobierno provisional compuesto por miembros de los partidos de la burguesía y la pequeña burguesía, lo que en la práctica significaba una traición a la voluntad revolucionaria de las masas obreras, y una negación de la independencia política del proletariado. Su pretensión era conciliar los intereses de la pequeña burguesía, el campesinado y la clase obrera con los de la gran burguesía con la excusa de que la sociedad rusa “no estaba lo bastante desarrollada para la revolución socialista” y asumiendo que solo la burguesía podía liderar la presente revolución burguesa, poniendo toda la confianza de las masas en el Gobierno Provisional y no en los Soviets de diputados obreros. Sin embargo, Lenin y los bolcheviques defendían que solo el proletariado revolucionario podía liderar y desarrollar la revolución burguesa sin las vacilaciones de la burguesía rusa, y desde la dictadura del proletariado dar paso seguido al socialismo.

Esta dualidad de poderes era considerada por Lenin un momento “transitorio” en el que la revolución proletaria (que según Lenin ya estaba en marcha aún antes de la insurrección de Octubre) “ha rebasado ya los cauces de la revolución democrática burguesa corriente”.
De hecho, los pocos Soviets que desde el principio contaron con una mayoría de diputados obreros de tendencia bolchevique, en general en ciudades industriales de la zona central, iniciaron ya en Marzo una confrontación directa contra el poder burgués, con medidas como la incautación de imprentas, el desarme de la policía, la organización de milicias o asumiendo la administración de la justicia y de la producción fabril arrebatada a sus dueños capitalistas. Valga de ejemplo el Soviet de Viázniki, que actuaría como único poder “legislativo”, imponiendo las reivindicaciones obreras a los empresarios sin negociación de ningún tipo. Este control de la producción sería asumido por otros soviets bolcheviques, ante lo cual la burguesía, por boca de los mencheviques, dando por perdida la administración privada de los medios de producción, reclamaba la “gestión estatal” a sabiendas de que el estado democrático-burgués servía a sus intereses de clase, lo cual recuerda en la actualidad a ciertos países y sus apoyos entre algunos comunistas locales que bajo la “presión popular” aceptan la “gestión estatal de la economía” pero sin dictadura del proletariado.

El referente de estos primeros soviets revolucionarios confrontado con los soviets conciliadores y pasivos dirigidos por eseristas y mencheviques, mostraría en la práctica a las masas la imposibilidad de que los partidos burgueses tuvieran en cuenta sus reivindicaciones y cumplieran sus promesas, dejando al descubierto la vacía retórica revolucionaria de los oportunistas que a la hora de la verdad reprimían cualquier tendencia revolucionaria del proletariado.

Explicar a las masas que los Soviets de diputados obreros son la única forma posible de gobierno revolucionario y que, por ello, mientras este Gobierno se someta a la influencia de la burguesía, nuestra misión sólo puede consistir en explicar los errores de su táctica de un modo paciente, sistemático, tenaz y adaptado especialmente a las necesidades prácticas de las masas.
Mientras estemos en minoría, desarrollaremos una labor de crítica y esclarecimiento de los errores, propugnando al mismo tiempo, la necesidad de que todo el poder del Estado pase a los Soviets de diputados obreros, a fin de que, sobre la base de la experiencia, las masas corrijan sus errores.

Lenin. “Las tareas del proletariado en la presente revolución” (Tesis de Abril)


Los bolcheviques, como resultado de su correcta crítica al oportunismo y su táctica revolucionaria, amparada en la maniobrabilidad que posibilita el Partido de Nuevo Tipo armado ideológicamente para la revolución, irán ganando la mayoría en todos los soviets, convirtiéndose así en soviets revolucionarios ejecutando el programa del Partido leninista. El proceso es relativamente largo, y en él los bolcheviques concilian momentos de ofensiva como las manifestaciones de Abril contra la guerra imperialista o asumiendo el liderazgo de la ira espontánea de las masas en Junio y la oposición armada de los Guardias Rojos al intento de golpe de estado de la reacción encabezada por Kornílov como momentos de repliegue en Julio tras el fracaso insurreccional de Junio y la represión amparada por los soviets conciliadores liderados por los mencheviques y eseristas. La capacidad de alternar sus consignas de los bolcheviques sin perder el objetivo revolucionario les lleva a abandonar la consigna de “todo el poder para los soviets” cuando estos reprimían a los obreros en defensa del gobierno burgués en Julio, y retomarla posteriormente, cuando los Guardias Rojos organizados por los bolcheviques derrotan a las tropas contrarevolucionarias de Kornílov luchando al lado del Gobierno Provisional y de mencheviques y eseristas, pero no por ellos, demostrando así la debilidad y vacilaciones del gobierno provisional y de los oportunistas cuando derrotada la reacción éstos se niegan a tomar el poder para “sus” soviets, y en vez de ello pretenden que sigan sosteniendo el ficticio gobierno de Kerenski. La propia percepción y experiencia de las masas en estos meses revolucionarios desde Febrero a Septiembre desenmascara a los oportunistas y su papel conciliador con la burguesía al frente de los Soviets, a la vez que erige a los bolcheviques como su referente. Es así como los bolcheviques consiguen la mayoría en los soviets de soldados y obreros de las principales ciudades, ganando así al nuevo poder para la causa revolucionaria, y sólo entonces, solo una vez controlados los soviets, que se habían extendido por toda Rusia, pudieron los bolcheviques encarar con garantías de éxito la insurrección.

El 3 y 4 de julio se podía, sin faltar a la verdad, plantear el problema así: lo justo era tomar el Poder, pues, de no hacerlo, los enemigos nos acusarán igualmente de insurrectos y nos tratarán como a tales. Pero de aquí no se podía hacer la conclusión de que hubiera sido conveniente tomar el Poder en aquel entonces, pues a la sazón no existían las condiciones objetivas necesarias para que la insurrección pudiera triunfar (…)
No contábamos todavía con la mayoría de los obreros y soldados de las capitales. Hoy tenemos ya la mayoría en ambos Soviets. Es fruto, sólo de la historia de julio y agosto, de la experiencia de las "represalias" contra los bolcheviques y de la experiencia de la kornilovada.
Lenin, “El marxismo y la insurrección”

Así hablaba el propio Lenin de las “condiciones objetivas” para tomar el poder; tener la mayoría en los Soviets revolucionarios. Estos soviets bolcheviques serán auténticas bases para el triunfo de la insurrección armada de Octubre, y desde donde las masas son partícipes de la táctica de los comunistas y llevan a cabo su revolución. La tan manoseada “acumulación de fuerzas” no tuvo lugar en los sindicatos recientemente creados en la Rusia de 1917, ni en los comités fabriles (en manos bolcheviques desde mucho antes) ni en la Duma o Asamblea Constituyente; tiene lugar en los soviets obreros, en el Nuevo Poder proletario, donde las masas, llevadas por su experiencia revolucionaria, abrazan el comunismo y reconocen como suyo al Partido Bolchevique.

Si este proceso fue salvo casos puntuales (Febrero, Junio y Agosto) “pacífico”, o al menos de coexistencia de ambos poderes sin abierta confrontación, sería gracias únicamente a las especiales e irrepetibles circunstancias de Rusia, donde el estado zarista, y especialmente su ejército, ha quedado desbaratado como consecuencia de la insurrección de los soldados en Febrero, en gran parte motivada por la carnicería de la guerra con Alemania, y la demasiado tiempo postergada revolución democrática. Tras esta insurrección surgen unos soviets dominados por el oportunismo, que no representan un peligro inminente para la burguesía, sino más bien un apoyo y un medio para la pacificación y control del agitado proletariado ruso. A ello se une que cuando los soviets viran hacia la revolución de manos de los bolcheviques, la burguesía sigue sin tener el control del fusil (de los soldados) y aún carece de una capacidad armada tal como para aplastar y reprimir estos soviets (fuerza que estaban en proceso de reconstruir con las unidades de cadetes). Y aún así, pese a todas éstas particularidades, el triunfo insurreccional de Octubre habría sido imposible sin los Guardias Rojos, milicias obreras y masas que los bolcheviques no dejan de armar desde Febrero.

Pero los soviets para los bolcheviques son sobre todo la encarnación institucional del Estado Socialista, el medio por el que las masas podrían ejercer la dictadura del proletariado, y donde el programa de los bolcheviques podía ser refrendado y ejecutado por el proletariado. Por ello, sin la organización previa del Nuevo Poder de los soviets, sin la experiencia política que este proporcionaba a las masas, era imposible sostener el efímero triunfo de la insurrección de Octubre. Solo la consolidación del poder soviético posibilitaría la victoria de los bolcheviques en la guerra civil que estalla tras la insurrección de Octubre, y en la que oportunistas socialdemócratas, burgueses, aristócratas y potencias imperialistas intentan aplastar y apagar en sangre la llama revolucionaria que había prendido en Rusia.


Soviets y masas armadas

Sí, hay que detenerse, en cambio, en algo que seguramente no está del todo claro para todos los camaradas, a saber: que el paso del Poder a los Soviets significa hoy, en la práctica, la insurrección armada. Podría creerse que esto es algo evidente, y sin embargo, no todos se han parado ni se paran a meditarlo. Renunciar hoy a la insurrección armada equivaldría a renunciar a la consigna más importante del bolchevismo (todo el Poder a los Soviets) y a todo el internacionalismo revolucionario proletario en general.
Lenin, “Consejos de un espectador”

Los Soviets nacen en 1905 y de nuevo en 1917 bajo la protección de las tropas y soldados insurrectos. El fusil y el poder obrero están ligados así desde su mismo nacimiento. De ello son conscientes los bolcheviques, que en Febrero de 1917 exhortaban a los obreros a elegir diputados y organizar soviets “que se organicen bajo la protección de las tropas” insurrectas a partir de los comités que han protagonizado la huelga revolucionaria, y serán los propios bolcheviques también partidarios de que los soviets de obreros y los de soldados se fusionen.
La importancia que tiene la cuestión de las armas para los bolcheviques queda reflejada en su periódico, el Pravda, que sin dejar lugar pedía a obreros y soldados que “no entreguéis las armas, pertrechad a nuevos cuadros de la milicia revolucionaria. La revolución no ha concluido, las reivindicaciones del pueblo en armas están planteadas, pero aún no se han cumplido. Sólo nosotros podremos realizarlas”. Y en Marzo, un Lenin en el exilio indicaba por carta a los bolcheviques la táctica a seguir; “expectativa armada, preparación armada de una base más amplia para una etapa superior”, es decir, para la conquista del “poder por los Soviets de diputados obreros”. Los bolcheviques no dejan en ningún momento desde Febrero de 1917 de crear destacamentos de obreros armados y milicias obreras, incautando el armamento en las fábricas de armas. A partir de estos se formaría la Guardia Roja, y de hecho fue incluso esta la misión inmediata “más importante” para el Soviet en 1917.

En realidad, los bolcheviques no tenían ni podían tener en marzo de 1917 un ejército político preparado. Lo fueron formando (y lo formaron, por fin, hacia octubre de 1917) sólo en el transcurso de la lucha y de los choques de clases de abril a octubre de 1917; lo formaron pasando por la manifestación de abril, y por las manifestaciones de junio y julio, y por las elecciones a las Dumas de distrito y urbanas, y por la lucha contra la korniloviada, y por la conquista de los Soviets. Un ejército político no es lo mismo que un ejército militar. Mientras que el mando militar comienza la guerra disponiendo ya de un ejército formado, el Partido debe crear su ejército en el curso de la lucha misma, en el curso de los choques entre las clases, a medida que las masas mismas se van convenciendo, por propia experiencia, de que las consignas del Partido son acertadas, de que su política es justa.
J. V. Stalin. “La Revolución de Octubre y la táctica de los comunistas rusos.”

Como bien afirma Stalin, el ejército rojo no se crea de un golpe, no nace por un decreto de la noche a la mañana. Es un ejército político conformado por las masas que se crea en torno a la lucha revolucionaria, a la confrontación ideológica hasta 1917, y lucha armada en la posterior guerra civil con los oportunistas y conciliadores apoyados por los ejércitos imperialistas. Las armas, como resaltaban los bolcheviques desde Febrero hasta Octubre, eran necesarias, pero la experiencia revolucionaria de las masas armadas, era indispensable para constituir el “ejército rojo”.

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