Línea Proletaria

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jueves, 16 de junio de 2011

¡Es necesaria la organización consciente de la juventud trabajadora!


Quien despierta a la política está despertando a la realidad que le rodea. De la película impuesta y representada en el cine, en la escuela y la TV una y mil veces, en la que el poli es el bueno que detiene a los malos, se pasa a contemplar y actuar sobre la verdad y se descubre que el policía es un mercenario que por una triste nómina a final de mes apalea a los obreros, a los estudiantes, a la juventud y a todo aquel que tenga la osadía de organizarse para plantar cara a la sistematización de la violencia representada en todas y cada una de las instituciones del régimen político de la vigente democracia.
En los últimos días hemos vivido en nuestra ciudad este despertar de muchas compañeras y compañeros que de la mano del Movimiento 15-M han salido a la calle para luchar contra las injusticias que se desprenden del modelo económico y social sobre el que se cimenta el Poder burgués.

Cualquiera que se mueva, por poco que sea, siente las cadenas y se estrella prontamente con los altos y gruesos muros de la dictadura capitalista. En estos días en que de manera leve, y hasta ingenua, un movimiento interclasista y pacifista ha tensado la cuerda de la convivencia democrática, la careta del Estado se ha caído y se ha mostrado como lo que es, un instrumento para la represión contra las masas trabajadoras y para la gestión de los intereses de las clases dominantes, que combina su acción política y policial con la justificación ideológica de los pesebreros que escriben en los medios de comunicación y las bandas de fascistas que golpean al pueblo en complicidad con algunos de los que se resguardan en comisaría.

El 11 de junio frente al Ayuntamiento de Zamora, organismo estatal en que se resuelven democráticamente los intereses del capital, se vivieron momentos de tensión en donde la unidad del pueblo mostró, en cierto sentido, el camino a seguir, cuando los manifestantes evitaron que un compañero fuese detenido por los cuerpos represivos del estado. Y decimos que muestra el camino en el sentido de que este es un ejemplo práctico de que solo colectivamente los oprimidos podemos hacer frente a nuestros enemigos de clase.

Pero este tipo de movimiento y organización, esencialmente espontánea, encuentra sus límites en que solo sirve para que el pueblo trabajador se desenvuelva dentro de la dicotomía acción-reacción que viene planteada por los giros o golpes políticos y económicos que realizan el Estado y el capital y por ello todos estos movimientos acaban, tarde o temprano, encuadrándose en las estructuras del propio Estado burgués, reformándolo en parte para apuntalarlo en su conjunto.

La organización que necesita la clase obrera para conquistar sus legítimos intereses de clase, la dictadura del proletariado en la que la democracia es de los obreros y la dictadura la ejercen éstos contra los capitalistas, debe surgir en torno a unos principios de transformación social y la revolucionarización de quienes componen esa misma organización, siendo para ello indispensable el trabajo y la formación teórica y política, el estudio de la ideología proletaria, para así adquirir la conciencia revolucionaria que se torne en centro y motor de los organismos que va generando la clase obrera en su justa lucha contra el Estado burgués.

La superación del espontaneísmo, que nos condena a luchar en exclusiva dentro de las condiciones económicas impuesta por la producción social capitalista y que se proyectan políticamente en forma de programa de reformas de nuestra posición como esclavos asalariados, pasa, como decimos, por esa aprehensión de la crítica revolucionaria, que nos permita superar el resistencialismo y pueda fusionarse con nuestra práctica para elevar y transformar a ambas en una praxis revolucionaria cimentada en unos principios ideológicos sólidos y dispuesta hacia unos objetivos políticos claros e innegociables de transformación radical del orden de las cosas.

Y todo ello requiere de organización y de estudio, para desarrollar la forja del intelectual colectivo que aplique en la realidad objetiva los intereses subjetivos del proletariado, que se concretan y se entrelazan necesariamente con la clase obrera en forma de organismo social revolucionario, en forma de Partido Comunista.

Juventud Comunista Zamora,
Junio de 2011

domingo, 12 de junio de 2011

De Revolución, sexo y 15M


Desde la JCZ nos ha parecido pertinente el publicar este artículo, firmado por la compañera de CNT María del Prado Esteban Diezma, de crítica sin concesiones al feminismo realmente existente. No obstante señalamos que no coincidimos en todo lo que se expresa en dicho texto, ya que lo que aquí se entiende como una "fortaleza" del movimiento de los indignados, su heterogeneidad en el campo de las ideas, supone desde el punto de vista del proletariado revolucionario una de sus debilidades, ya que muestra una falta de claridad y de dirección consciente hacia objetivos consecuente y radicalmente democráticos (revolucionarios), que tan solo favorece al mantenimiento de las actuales condiciones culturales e ideológicas que proyecta el sistema de opresión capitalista hacia las masas proletarias, que para acabar con este régimen deben en primer lugar armarse de ideología revolucionaria.

DE REVOLUCIÓN, SEXO Y 15 M:

Nadie duda que la participación femenina en la acampada de Sol ha sido más amplia de lo que es habitual en las acciones políticas de los últimos años, me ha parecido enormemente gratificante encontrar un buen número de mujeres tratando y debatiendo de problemas políticos, sociales y existenciales en toda la amplitud de sus acepciones, saliendo del confinamiento de las “cosas de mujeres” y los debates feministas que han sido la particular “domesticidad” de la modernidad tardía.

Este hecho se produce en el mismo entorno en el que las pancartas con consignas feministas han sido abucheadas y, en algunos casos retiradas por la multitud (esto ha sucedido en bastantes ocasiones en las dos semanas del campamento). ¿Cómo podemos interpretar estas situaciones?. Al grito de “La revolución no tiene sexo” mujeres y hombres comprometidos con una idea, tal vez vaga, pero activa y entusiasta de la transformación social han afeado el recurrente ejercicio de enfrentamiento y discordia que introduce la “política de sexos”, han percibido y señalado al feminismo donde realmente se encuentra, junto a los políticos, el Estado y los instrumentos del orden social (ejército, policía etc.). No puede hablarse, pues, de que el origen de ese desencuentro sea el machismo del movimiento sino su sensata intuición de que estas corrientes representan al sistema y no a las mujeres.

La incorporación que se ha hecho del vocablo “pueblo” como expresión de comunidad horizontal, de unidad de los de abajo contra el poder, es un hecho de especial significación. Frente a la división corporativa que ha sido la regla de los movimientos sociales, divididos convenientemente por sectores con programas reivindicativos que se proponen ante todo sacar mayor tajada del pastel para sus asociados. Decir “pueblo” expresa la vuelta a una realidad integradora, plural, igualitaria y democrática. El pueblo no entiende de divisiones porque admite a los diversos en equilibrada igualdad de derechos y obligaciones. La heterogeneidad de las ideas, las personas y las reflexiones no ha hecho estallar al movimiento sino que lo ha fortalecido por su capacidad para mantener la convivencia en torno a los puntos de unión y el debate político, eso es un auténtico ejemplo de democracia en acción. Por eso el feminismo, con su discurso totalitario, desentona en Sol.

3 de junio, se denuncian agresiones machistas en la Acampada


En la prensa de hoy aparece una denuncia suficientemente inconcreta y confusa sobre “intimidaciones”, “agresiones físicas”, “miradas” “gestos” o “actitudes paternalistas” interpretadas en clave más emocional que objetiva y señalando, de hecho, a todos los varones de la acampada como agresores en potencia. El feminismo se ha refugiado en un monotemático discurso sobre el maltrato a la mujer, un discurso que se sostiene con fondos públicos y cuyo máximo valedor es un hombre, Miguel Lorente, delegado del gobierno para la violencia de género y principal responsable del contenido de la Ley Integral contra la Violencia de Género, una ley de excepción que ha condenado desde su entrada en vigor en 2005 a 145.000 varones, una parte sustancial de ellos acusados de delitos que, de ser cometidos por una mujer, tendrían la categoría de faltas y cuya aplicación ha ejercido una función de incitar los crímenes sexistas (un reconocimiento que se hace de facto cuando los responsables ministeriales han aceptado que el exceso de publicidad de los asesinatos ha hecho “efecto llamada”, algo que muchas sabíamos ya antes, lo que hace sospechar cuales sean las verdaderas intenciones de la ley).

Existen los crímenes machistas, la violación, las agresiones sexuales, el acoso y muchas situaciones de desencuentro e incomprensión en clave sexual, pero todos estos hechos no tienen la misma gravedad ni pueden ser tratados de la misma manera, acuñar la consigna de que hay agresión cada vez que una mujer se sienta agredida es expulsarnos del espacio común de la objetividad, el buen juicio y la justicia. Hacer de la arbitrariedad la bandera de las mujeres es degradar nuestra condición de seres humanos responsables y conscientes, al mismo nivel que los hombres, y rebajarnos a la categoría de seres pueriles dominados por la subjetividad y el capricho. Si nuestro deseo es actuar contra la violencia machista, todas las agresiones han de poder ser acreditadas de forma objetiva y concreta.

La realidad social de la acampada es lo suficientemente compleja como para que el conflicto convivencial y sexual no pueda ser desalojado por completo. Dejando a un lado la posibilidad de que puedan producirse actos de provocación o debidos a desórdenes psíquicos de algunas personas, es necesario entender que los hombres y mujeres que conviven en Sol somos seres de esta sociedad y de este momento, condicionados, aunque no nos guste, por el ideario dominante dependiente del poder establecido que se impone a través de sus cátedras, prensa, medios de comunicación y artísticos entre otros. Este ideario se expresa hoy en el ascenso, por un lado, de las ideologías del narcisismo femenino, el odio sexista y el victimismo que hacen mella en pequeños, pero muy activos, sectores de mujeres y hombres y, por otro, del recelo, el miedo y la incomprensión del que son presa una gran porción de personas de ambos sexos.

La necesidad de tratar estos problemas no debe ser obviada, pero, si deseamos preservar una lucidez y sensatez básicas, deberíamos acordar que no todos los conflictos pueden ser calificados de agresiones. La mayor parte de las desavenencias entre las mujeres y los hombres pertenecen al ámbito de la confusión, la inexperiencia o la falta de habilidades de comunicación y pueden ser resueltos desde la reflexión conjunta y la concordia, de esta manera se propiciará que la convivencia en la acampada sea un espacio de aprender (mujeres y hombres) a entendernos y expresarnos como seres sexuados. La incomunicación, por lo general, no depende de un solo factor, los hombres, sino de dos, los hombres y las mujeres, la negación que se hace de la responsabilidad femenina en el buen trato es una forma de machismo manifiesto e intolerable pues nos considera pasivas receptoras en la relación con los otros, además de sujetos necesitados de “especial protección”, este concepto, acuñado por la Ley de Violencia de Género se funda en el principio patriarcal, que en el Código Civil de 1889 se expresaba como protección del marido y en la actualidad como protección del Estado y que se complementa con el deber de obediencia de las mujeres, obediencia que hoy es dirigida hacia las instituciones del poder.

Presentar como equivalentes violencias, agresiones, conflictos, miradas o actitudes como hace el feminismo, es un acto que, objetivamente, desacredita y ataca al movimiento, crea división y recelos, miedos y desconfianza. Es, de hecho, una llamada a las mujeres a abandonar la acampada y la lucha política y a instalarse el temor a los hombres, un terror hacia lo varonil que ya usó la beatería franquista extensamente. Además, fortalece al sistema de poder que se presenta hoy como el máximo defensor y protector de las mujeres, y de paso, impide que se traten con contundencia las verdaderas agresiones si las hay.

El feminismo ha sido usado para destruir las luchas del pueblo contra el poder de forma repetida. En los años sesenta del siglo XX la revista “Ms.” Espoleó un feminismo negro especialmente androfóbico y agresivo contra el ascenso del movimiento de los Panteras Negras, la revista que dirigía Gloria Steinem, figura señera del feminismo llamado de la “segunda ola” recibía fondos de la CIA (este hecho fue denunciado por otros grupos feministas y nunca fue desmentido por Steinem). James Petras ha llamado también la atención sobre el uso que se ha hecho del feminismo para ahogar algunas luchas en América Latina sembrando la discordia y el enfrentamiento entre los sexos. De hecho los principales sostenedores de las corrientes feministas son los Estados imperialistas que los han exportado a todo el planeta a través de las instituciones internacionales como la ONU (que creó la primera “Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer” en el año 1946 y ha desarrollado Cuatro Conferencias Mundiales que marcaron las líneas esenciales de las “políticas de género” a escala planetaria) el Banco Mundial y las mayores Fundaciones del mundo capitalista como la Fundación Ford, Rockefeller o Gates.

Por ello es una impostura pretender que el feminismo pueda representar a las mujeres, NO NOS REPRESENTAN, los y las feministas sirven a quienes les pagan, el Estado y sus instituciones. Esta corriente se ha constituido como una auténtica mordaza para nosotras que hemos sido despojadas de nuestra voz que pertenece ahora a los nuevos patriarcas, lo que es, en esencia, FEMINICIDIO, como crimen contra la vida personal, psíquica y espiritual de las mujeres.

El objetivo ahora es crear la división y el conflicto entre los sexos en la acampada, expulsar a las mujeres de la lucha, pues sin las mujeres el movimiento no sobrevivirá. Frente a estas maniobras tenemos que defender la batalla por la convivencia, lo que implica que todas las agresiones reales han de ser reprimidas en el ámbito de la horizontalidad pero con contundencia, que los conflictos sexuales no graves han de abordarse con energía pero con cordialidad y con la disposición de reparar, aprender y formarse como seres humanos de valía en la vida social y afectiva.

Las mujeres hemos de renunciar a todo privilegio o protección especial por razón de sexo, asumir nuestras propias responsabilidades en la creación de un ambiente en que el respeto y el buen trato sean la tónica dominante recuperando los valores de esfuerzo, autoexigencia y competencia personal. El neomachismo feminista nos ofrece vivir tuteladas sin enfrentarnos a los problemas de la existencia, mimadas y estúpidas, inconscientes y entontecidas, emocionales y fanáticas, es decir, sin autonomía. Libertad significa obligaciones antes que derechos, esfuerzo y dolor, frustración y dudas, equivocaciones y rectificación, solo si elegimos ese camino podemos ascender a pensarnos y vivir como seres libres, al menos con libertad de conciencia.

Madrid 3 de junio de 2011
María del Prado Esteban Diezma
pradoesteban@hotmail.com
prdlibre.blogspot.com

jueves, 2 de junio de 2011

Una reflexión clasista sobre el Movimiento 15-M

Ver en Kaosenlared

Desde la Juventud Comunista de Zamora reconocemos lo que de progresivo tiene este movimiento que de forma sorprendente ha conseguido llenar las calles de gentes que parecen estar hartas de ser los depositarios de una herencia futura repleta de desastres sociales.

A pesar de su apariencia novedosa, por haberse vertebrado desde las redes sociales, la problemática que plantea el movimiento 15- M es bastante antigua. Los comunistas debemos apoyar este movimiento de masas, pero ello no nos exime de poner sus contradicciones al descubierto, al contrario, nuestra posición ideológica y política respecto al resto de nuestra clase, nos obliga a plantear estas contradicciones ante el ala más consecuente de este movimiento, ante el sector que aunque no de forma clara, representa los intereses de la juventud proletaria en el interior de este movimiento de masas.

El denominado movimiento del 15-M es víctima de su tiempo. Un tiempo en que el embate histórico del revisionismo, de la praxis equivocada, de la mala comprensión y la perversión de la ideología proletaria ha colocado a las masas en posición de defensa frente a cualquier sistema de ideas que no disocie al pensamiento individual del sujeto colectivo. La Hegemonía, entendida cómo superestructura ideológica del sistema asienta sus pilares sobre el proceso de la construcción de la conciencia desde la individualidad, como negación de lo social, demostrando así la tendencia histórica de todas las ideologías que no plantean la transformación radical de “lo que llamamos sociedad” a ser convergentes con el Capital.

Actualmente la posición mayoritaria de todos los que integran el movimiento parte desde el axioma de que el individuo es algo separado de lo que cómo parte integrante le pertenece de un modo natural, convirtiéndose así en la más acabada representación de la tendencia radical del pensamiento pequeño burgués, del “yo”, en un sentido absoluto como afirmación de la esencia de éste. Pero lejos de lo que la mayoría de las gentes que engrosan este movimiento piensan, sus ideas no son suyas porque son el resultado de un proceso histórico, de la lucha de clases. Las ideas dominantes que sobrevuelan el cielo del 15-M son el resultado de la derrota histórica del proletariado, de la agonía política en la que hoy se encuentra el movimiento obrero. La utilización de conceptos aclasistas como “ciudadano” (del que ellos no forman parte dado que no son depositarios de ninguno de los derechos que por ser tales le son otorgados, dado que de ser así si no estarían dentro del movimiento) denota por un lado que como definía uno de los manifiestos aprobados en la asamblea de la Puerta del Sol, “no importa la ideología que tengamos, ni tampoco la clase social a la que pertenezcamos”, cuando precisamente las masas que integran principalmente este movimiento son obreros desempleados o jóvenes estudiantes con brillantes curriculums en proceso de proletarización, que servirán para aumentar el valor añadido a la plusvalía extraída. Se podría hablar de un movimiento, aunque no es obviamente una excepción en los tiempos que corren, que hace gala de su alienación, que hace colocarse a las masas en un ficticio status ciudadano consignatario de los supuestos derechos que la democracia burguesa le otorga.

A pesar del “y sin embargo se mueve” lo cierto es que sin la herramienta adecuada nunca el trozo de hierro que es aún este movimiento, por muy buena voluntad que tenga, podrá tomar forma.

Y decimos “buena voluntad” porque en efecto la hay. Lejos de las teorías conspiranóicas patrocinadas por los mass media, por la extrema derecha, por el gobierno o por muchos de los que se proclaman anticapitalistas, los que participamos en este movimiento observamos que en él entran en colusión, aunque de forma poco clara, dos líneas políticas antagónicas: una tendente a reformar la democracia burguesa, otra destinada a forjar una democracia para las clases productoras en confrontación con las instituciones existentes, que tan solo sirven a la burguesía, a la burocracia estatal o la aristocracia obrera. Reproducir lo viejo o construir lo nuevo, apuntalar los intereses del gran capital o socavarlos cimentando una nueva sociedad. En definitiva, burgueses y proletarios. La lucha de clases reflejada en un movimiento que aunque quiera escapar del devenir histórico de la sociedad de clases, no puede hacerlo.

Y aquí es donde entra en juego el movimiento obrero revolucionario, aquí es donde se demuestra el papel de vanguardia del movimiento comunista. Masas descontentas, aún no encuadradas por el Estado que destacan de entre ellas a sus agitadores, a sus organizadores… que abren la brecha para dotar al movimiento de ideología proletaria y fijarle objetivos democráticos consecuentes. Masas y vanguardia práctica de éste movimiento que carecen de ideología revolucionaria pero que ante un discurso antagónico respecto del dominante no dudan en señalar a lo que entienden como su vanguardia, la cual está obligada a no mirar a otro lado, sino a caminar de frente para realizar su labor de elevar ideológicamente a las masas sin partido ante las cuales muchos de los pregoneros del resistencialismo y el sindicalismo se han visto desbordados, palideciendo ante las masas henchidas de rabia en las calles y refugiándose ante su perenne discurso de predicar que se va a hacer para luego, en los momentos de verdad no hacer nada, salvo pedir el voto a quienes se han hartado de votar.

No pecamos de optimismo ante el 15-M, conocemos de sus limitaciones pequeñoburguesas en cuanto a ideología, política y organización. Limitaciones lógicas de un movimiento espontáneo que no surge desde lo consciente sino desde el desengaño que provoca ante las masas la paz imperialista en tiempos de crisis. Pero no por ello vamos a renunciar a estar con las masas, sino que debemos intentar dotarlas de conciencia revolucionaria pues es solo a través de ella, conformada como núcleo de unidad y acción, como se puede derrocar el orden social vigente organizando a las masas para que ejerzan su democracia, para que experimenten su dictadura de clase y comprendan que la democracia no es un abstracto interclasista, sino un instrumento de imposición de los intereses de las clases sociales: o bien de la burguesía o bien del proletariado.

Juventud Comunista de Zamora,
Junio de 2011