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lunes, 16 de noviembre de 2009

La lucha por la Internacional Comunista (1)

ESPACIO ROJO Nº16 (NOVIEMBRE 2009)
PRIMERA PARTE DEL ARTICULO "LA LUCHA POR LA INTERNACIONAL COMUNSITA"

Introducción
La Internacional Comunista ha sido, hasta el momento, el mayor organismo social creado por el proletariado para conseguir la emancipación del género humano. Constituida en 1919, la Comintern se explica en la necesidad que los obreros revolucionarios han tenido siempre de estar organizados internacionalmente. Ya los predecesores del proletariado revolucionario discutían sobre ideología y estrategia a nivel internacional. Derrotado el Terror y la Conspiración de los Iguales en la Revolución Francesa, los revolucionarios que lograron escapar se unieron en torno al programa comunista de Babeuf, ejecutado en 1797, que sería el embrión de la Liga de los Desterrados creada en 1834 por demócratas alemanes exiliados. El desarrollo ideológico de la línea más radical dio origen en 1836 a la Liga de los Justos cuya militancia seguía siendo de origen alemán aunque con una mayor atracción hacia obreros de otros países. La lucha ideológica en el seno de esta Liga, en la que ya participaban activamente Marx y Engels, permitió a esta dar un salto cualitativo y transformarse en Liga de los Comunistas, en 1847, presentando en sociedad el primer programa liberador de los oprimidos del Mundo, el Manifiesto del Partido Comunista, toda una declaración de intenciones sobre los objetivos revolucionarios del proletariado: "Los comunistas consideran indigno ocultar sus ideas y propósitos. Proclaman abiertamente que sus objetivos sólo pueden ser alcanzados derrocando por la violencia todo el orden social existente." En 1864 se constituyó la I Internacional o AIT que supuso un nuevo salto cualitativo, esta vez en el aspecto organizativo, frente al salto ideológico representado en la Liga de los Comunistas. Si las anteriores formas de organización no eran más que círculos conspirativos de revolucionarios, la AIT era ya una organización en la que se unía la conciencia de la necesidad de tomar el poder por parte del proletariado (si bien es cierto que los anarquistas negaban el poder como tal y los marxistas no definirían correctamente esta idea hasta la experiencia comunera de Paris) con una militancia formadas por decenas de miles de obreros de Europa y Norte América, cuya influencia era cada vez mayor entre los obreros como demostró la Guerra Franco-Prusiana y la subsiguiente Comuna de París, pues en plena guerra asociaciones obreras de Francia y de Alemania se lanzaron mensajes de solidaridad internacionalista oponiéndose a luchar entre sí por los deseos de las dinastías patrias. Y la Comuna de París, donde estuvo presente la AIT, se conformo, por medio de los hechos, como un poder proletario e internacionalista declarando la guerra a toda formulación chovinista que dividiese a los obreros.
Tras la gesta proletaria de París llegaría la II Internacional en la cual el marxismo iría cogiendo cada vez mayor peso, aunque eso sí un “marxismo adaptado” por el SPD que se alejaba del marxismo revolucionario y que luego daría lugar a la Internacional Comunista.
Casi un siglo desde la Liga de los Desterrados hasta la Komintern. Numerosos saltos hacia adelante en lo organizativo, lo ideológico, lo político… y en definitiva en la conformación del proletariado como clase, la única verdaderamente revolucionaria en la época del imperialismo. La Comintern supone un antes y un después en la historia de la humanidad. Por vez primera el proletariado internacional (el ruso ya lo había conseguido) era independiente políticamente y no tenía que supeditar su lucha de clase a los intereses de esta o aquella facción de la burguesía.
La historia de la Internacional Comunista está unida a la historia del bolchevismo, a la lucha dentro del Movimiento Obrero entre revolucionarios y revisionistas. Primero contra los centristas y después contra los izquierdistas, la Comintern conformó la Línea General Revolucionaria basándose en la experiencia acumulada por el proletariado en su lucha de clase contra los explotadores y sus lugartenientes dentro del movimiento obrero.


La lucha por la Internacional Comunista
A finales del s. XIX la II Internacional se reclamaba marxista. Pero del marxismo solo reconocían su aspecto negativo, el revisionismo, que es la antítesis del marxismo revolucionario. El SPD de Kautsky y compañía era el gran valedor de este marxismo, adoptado en el Congreso de Erfurt en 1891, que estaba basado en innumerables desviaciones oportunistas respecto de la línea revolucionaria. La lucha del proletariado era concebida por Kautsky, Bernstein... como una lucha de reformas, concepción acorde con el mecanicismo y el determinismo con el que observaban el desarrollo de la lucha de clases. Utilizando el Estado burgués los trabajadores solo tendrían que esperar a que las premisas económicas estuviesen maduras para llegar al comunismo. El Partido obrero debía ser un Partido de masas que poco a poco fuese conquistando libertades para el proletariado desde el Parlamento y sus luchas económicas. Los Partido socialdemócratas lejos de luchar por la independencia política del proletariado se aliaban con cualquier facción de la burguesía a cambio de unas migajas. Y no importaba si estas facciones burguesas estaban en el poder o en la oposición. Ejemplos de ello son el pacto de los socialdemócratas alemanes con Bismark, de los socialistas españoles con los republicanos en 1909 y luego con el fascista Primo de Rivera, o la práctica ministerialista del socialismo francés.
A pesar de mantener el nombre de socialistas, los partidos de la II Internacional se alejaron de la lucha de clases hasta abrazar el conciliacionismo con la burguesía. La huelga política era desechada de los programas reformistas, la Revolución quedaba como recurso retórico en los mítines y el tradeunionismo se establecía como rutina diaria en el Partido. La Revolución, cada vez más lejos en el horizonte de la socialdemocracia, se cambiaba por el objetivo de un sillón en los parlamentos de oro y sangre.
La ideología proletaria parecía sucumbir ante el revisionismo, pero ante este no tardarían en alzarse los verdaderos revolucionarios desarrollando la lucha de dos líneas en el seno de la socialdemocracia internacional. Rosa Luxemburgo en 1899 en su ¿Reforma o Revolución? atacaría a los oportunistas, pero los que con mayor fuerza y repercusión lanzaron la ofensiva fueron los “iskristas”, antecesores del bolchevismo, que implementaron la línea roja frente al revisionismo oficial de la II Internacional:
“La socialdemocracia debe transformarse, de partido de la revolución social, en un partido democrático de reformas sociales, Bernstein ha apoyado esta reivindicación política con toda una batería de "nuevos" argumentos y consideraciones bastante armoniosamente concordados. Ha sido negada la posibilidad de fundamentar científicamente el socialismo y de demostrar, desde el punto de vista de la concepción materialista de la historia, su necesidad e inevitabilidad; ha sido negado el hecho de la miseria creciente, de la proletarización y de la exacerbación de las contradicciones capitalistas; ha sido declarado inconsistente el concepto mismo del "objetivo final " y rechazada en absoluto la idea de la dictadura del proletariado; ha sido negada la oposición de principios entre el liberalismo y el socialismo; ha sido negada la teoría de la lucha de clases, pretendiendo que no es aplicable a una sociedad estrictamente democrática, gobernada conforme a la voluntad de la mayoría, etc. ” (1*)
Lenin extiende en su ¿Qué Hacer? la crítica a las viejas formas organizativas de la socialdemocracia internacional ancladas en el economicismo, poniendo al desnudo la bancarrota ideológica de los líderes de la II Internacional, lo que unido a su crítica al tradeunionismo y al terrorismo, deja clara la necesidad que tenía el proletariado de generar un nuevo organismo internacional acorde con sus intereses de clase. Pero Lenin y los marxistas rusos todavía seguirán luchando dentro de la vieja Internacional. Una lucha que se recrudece tras la derrota de la Revolución en 1905, pues esta hace que la II Internacional bascule más a la derecha y niegue con mayor energía las posibilidades de la Revolución proletaria. Así el oportunismo aprovecha la derrota revolucionaria y se extiende en forma chovinista por toda Europa y sobretodo en Rusia donde socialchovinistas de distinto pelaje pretenderán dividir al proletariado del Estado ruso para que se dedique a luchar por su patria y contra las demás. Para combatir estas desviaciones Stalin escribió “El marxismo y la cuestión nacional” una obra que muestra la lucha ideológica entre el internacionalismo consecuente y el nacionalismo disfrazado de rojo.
Pero esta resaca de oportunismo que trajo la derrota de 1905 se quedó en nada respecto a lo que supuso la I Guerra Mundial. Al estallar la guerra todo el internacionalismo pregonado por los oportunistas se esfumó. Los partidos socialistas se unieron a sus burguesías nacionales para mandar a morir al proletariado a la guerra imperialista y se convirtieron en traidores confesos de la clase. Los bolcheviques que desde 1912 se habían constituido en el primer Partido proletario de Nuevo Tipo de la historia, se pusieron al frente de la línea internacionalista lanzando la consigna de transformar la Guerra Imperialista en Guerra civil revolucionaria. Para ganarse al resto de la socialdemocracia los internacionalistas, o marxistas, participaron en la Conferencia de Zimmerwald en 1915 en la que desarrollaron la lucha contra el chovinismo belicista y contra el centro kautskiano. Los resultados para los bolcheviques serían positivos: se demostró la ineficacia de los centristas y derechistas de Zimmerwald, y se hizo que “madurasen” las condiciones para que distintos grupos socialdemócratas fundasen una Nueva Internacional. Antes de la citada Conferencia Lenin avisaba:
“...No ofrece la menor duda de que para crear una organización marxista internacional es indispensable que en los distintos países haya fuerzas dispuestas a formar partidos marxistas independientes. En este sentido, Alemania, el país de movimiento obrero más antiguo y vigoroso, reviste una importancia decisiva. El futuro próximo nos dirá si han madurado ya las condiciones para constituir una nueva Internacional marxista. Si han madurado nuestro partido ingresará con alegría en esa III Internacional, depurada de oportunismo y chovinismo” (2*)
En abril de 1917 ya se había constatado la ineficacia de Zimmerwald, controlada por los kautskianos o centristas y era inminente la constitución de una Internacional Comunista como base de la Revolución Proletaria Mundial:
“No puede tolerarse por más tiempo la charca zimmerwaldiana. No podemos permitir que por culpa de los “kautskianos” de Zimmerwald sigamos aliados a medias con la Internacional chovinista” (…) “No “esperar”, sino proceder inmediatamente a fundar la III Internacional: tal es la misión de vuestro partido.” (3*)
Rompiendo con el revisionismo Lenin y los bolcheviques muestran cual es el camino para conquistar la unidad del proletariado: no vale con prometer la unidad orgánica, hay que defender los principios del marxismo-leninismo: “ lo importante no es el numero, sino que expresen de un modo justo las ideas y la política del proletariado verdaderamente revolucionario”(…) “Antes quedarnos solos, como Liebknecht – y quedarse solo así significa quedarse con el proletariado revolucionario– que abrigar, aunque solo sea un minuto, la idea de la unión con el partido del Comité de Organización” (4*)
Los marxistas, consecuentes con sus ideas, rompieron definitivamente con los revisionistas y se lanzaron a la conquista de la dictadura del proletariado.
"De hecho la III Internacional se fundó en 1918, cuando el largo proceso de lucha contra el oportunismo y el socialchovinismo, sobre todo durante la guerra, condujo a la formación de partidos comunistas en una serie de naciones. Oficialmente la III Internacional se ha fundado en su I Congreso, celebrado en marzo de 1919 en Moscú.(…) La importancia histórica universal de la III Internacional, de la Internacional Comunista, reside en que ha comenzado a poner en práctica la consigna más importante de Marx, la consigna que resume el desarrollo del socialismo y del movimiento obrero a lo largo de un siglo, la consigna expresada en este concepto: dictadura del proletariado." (5*)

NOTAS
1* Lenin ¿Qué Hacer? Progreso, p. 8
2* El Socialismo y la Guerra, Acerca de la Unidad en el MCI, Progreso, p. 44
3* Las tareas del proletariado en nuestra Revolución, Acerca de la Unidad en el MCI, Progreso, pgs. 45
4* Ibídem
5* La Tercera Internacional y su lugar en la historia. Acerca de la Unidad en el MCI, Progreso pg. 119

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