Línea Proletaria

Línea Proletaria
NUEVA WEB POR LA RECONSTITUCIÓN DEL COMUNISMO. ¡DESARROLLEMOS LA LÍNEA PROLETARIA! ¡VIVA LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA!

lunes, 19 de noviembre de 2012

(R.P.) "A vueltas con Carrillo: El PCE y el revisionismo en el MCI"

Publicamos este artículo de REVOLUCIÓN PROLETARIA que realiza un análisis sobre la línea del PCE y el MCI rebasando el debate sobre individuos concretos, que tan sólo al capital y sus acólitos interesa realzar (positiva o negativamente) para ocultar o rasgar, la lucha de clases, los intereses que genera ésta y, en última instancia, los resultados que de su comprensión y reconocimiento se obtienen: la necesidad del partido revolucionario y la dictadura revolucionaria del proletariado.

A VUELTAS CON CARRILLO: EL PCE Y EL REVISIONISMO EN EL MCI


Los voceros del capital y el adiós a Carrillo

En septiembre, asistimos a uno de esos momentos en los que la burguesía, a coro, se lamenta por la pérdida de uno de los suyos. Carrillo (Santiago) se murió. Todos los representantes del régimen, desde los electos derechosos hasta la inteligentsia de la izquierda, se unieron para dar el último adiós al finado. La televisión pública volvió a mostrarse como un NODO parlamentado en donde, como en cualquier otro de los organismos de la dictadura del capital, las distintas facciones de la clase dominante dirimen democráticamente como van a realizar su propaganda. Y con este muerto no hay dudas: político de inusitada envergadura que supo medir las dificultades de su tiempo y velar por los intereses de la nación, para dotar al conjunto del pueblo español de otros 40 años de paz y concordia, como gesta reconciliatoria en que ha de acabar el currículum de todo luchador que quiera ser llorado por un rey.
Cualquier acontecimiento en una sociedad divida en clases se torna en político y, qué duda cabe, ante el adiós de Carrillo los portavoces de las distintas corrientes políticas que atraviesan a los “movimientos de izquierdas” han tomado palabra. Algunos han hecho un “balance crítico” de la vida del ex contertulio del grupo PRISA, concluyendo que, a fin de cuentas, Carrillo es de los de abajo, del pueblo, de “los nuestros”1. Llama la atención como machaconamente, a través de los “huecos” que “les deja” el sistema, los representantes de la pequeña burguesía, que busca reedificar su discurso democrático, intentan pasar sus intereses por los del proletariado. Si bien esta situación responde a un marco social y político enraizado en los orígenes de la misma clase obrera como sujeto político envuelto en las contradicciones de la sociedad en donde trabajo y capital son la partera de lo existente: Cuando la burguesía accedió al Poder durante el siglo XIX su revolución implicó, de forma expansiva, al conjunto de las clases que la auparon a clase dominante. El proletariado sirvió como arma entre las disputas de las distintas fracciones de las clases burguesas en toda Europa hasta que no alcanzó a comprender, a través de la acumulación de su propia experiencia, que era una clase con intereses propios que podía llevar a cabo su Revolución. Esto confinó al proletariado al marco programático de la pequeña burguesía radical en toda una época iniciada en 1789 y que empezaría a perder su sentido histórico a medida que el proletariado se confirmaba como clase independiente (desde la Revolución de 1848 hasta la Comuna de París). Período de maduración que culmina con la sintetización teórica de la experiencia práctica de la lucha de clases acometida por los marxistas revolucionarios rusos, que se enfrentarán desde un punto más elevado a su realidad concreta al extraer las conclusiones universales de la experiencia del movimiento obrero europeo: la necesidad del partido obrero de nuevo tipo.
Entre la oferta política actual se encuentran las terceras repúblicas, los proyectos constituyentes, las democracias participativas y toda suerte de titulares que pretenden devolvernos a la época en que el proletariado era el ala radical de los movimientos democrático-burgueses, con la “novísima” excusa de sostener el bienestar a través de un Estado garantista que defienda la igualdad, la libertad y la fraternidad. Bonitas armas anti-feudales con las que la radicalidad del sistema se atreve a tildar a la dictadura del proletariado y al marxismo de antiguallas.
De quienes gestionan este país y de los que están agazapados a su izquierda preparando la “syrización” de la política estatal han venido loas de distintos grado hacia nuestro protagonista, de tal modo que han plasmado en ellas su punto de vista de la realidad: la historia la hacen los individuos; línea argumental de lo que significa el culto a la personalidad, que desde un punto de vista marxista significa elevar a individuos por encima de los intereses sociales de los que eran portadores para, en última instancia, negar las contradicciones de clase (como hecho objetivo) y rebajarlas a confrontaciones entre sumas de individuos. Se olvidan estos cuentacuentos que la lucha de clases encumbra a individuos, más éstos solo representan los intereses de una clase social porque surgen en una determinada época de la historia que los condiciona y en donde la lucha de clases, por ser motor de la historia, los lleva a uno u otro lado de la barricada. Carrillo, por supuesto, es un enemigo de los asalariados, pero es inconcebible pensar en Carrillo como individuo por encima de las clases sociales y portador de unos determinados intereses de clase que se transcriben socialmente en forma de programa político.
Pero este modo de operar nos lo encontraremos siempre al repasar la historiografía burguesa (en la que incluimos a anarquistas, trotskistas y revisionistas “ortodoxos”). ¿Qué pasa cuando se habla de la Unión Soviética? Que se reduce la lucha de clases a una lucha interpersonal (entre Stalin y Trotski, durante los años 20) o a las decisiones de un pequeñísimo grupo (en la cúspide y a la vez sin relación alguna con el resto del conjunto social) que “deformaría” al Estado Soviético: lo dicen los trotskistas para explicar la derrota de su líder; lo dicen los anarquistas para explicar la inoperancia de sus predecesores en la Revolución Rusa; lo dicen los revisionistas “ortodoxos” para definir todo el proceso de lucha que se encumbró, para desgracia del proletariado, en el XX Congreso del PCUS. 

El PCE y el camino hacia la “transición”

Volviendo a don Santiago y su adiós. ¿Qué es lo que debe surgir de las filas del comunismo ante este acontecimiento? Sobre su figura se ha dicho tanto, desde todos los puntos del mapa político, que al menos hemos de plantear una reflexión colectiva que nos sirva para analizar el desarrollo histórico del MC en España pero, por supuesto, para ello habrá que superar con creces la vida de este señor.
Es cierto que Santiago Carrillo fue una de las principales figuras del PCE a lo largo de su historia y por ello su vida es tan controvertida como la del mismo partido, que empezó siendo la sección española de la Internacional Comunista, faro de la Revolución Proletaria Mundial, y terminó como baluarte de las aspiraciones imperialistas del capitalismo español.
Iniciado en la organización juvenil del PSOE, Carrillo no encuentra dificultades en convertirse en dirigente de las JSU para luego encaramarse al PCE. Acabada la guerra es cuando Carrillo se erige en pieza clave para el PCE, pues se le encarga la tarea de organizar al Partido en España. Una época dura en que los militantes antifascistas trabajan en la clandestinidad y donde cualquier obrero podía ser prendido y asesinado por la policía fascista. En el Movimiento Comunista Internacional se estaba desarrollando, aunque en forma solapada, la lucha de dos líneas que, precisamente, va a significar la antesala del ya mentado Congreso del PCUS. Los partidos comunistas occidentales están embarcados en la suicida alianza con la burguesía monopolista (en Francia e Italia)2 siguiendo las pautas que dejó escritas la IC (gobiernos de unidad nacional):
La guerra mundial desencadenada por los hitlerianos ha agudizado aún más las diferencias en las condiciones de los distintos países, trazando una línea divisoria profunda entre los países que se convirtieron en portadores de la tiranía hitleriana y los pueblos amantes de la libertad que se unieron en la poderosa coalición contra Hitler. Mientras que en los países del bloque hitlerista la tarea básica de los trabajadores y todas las personas honestas es contribuir en todas las formas imaginables hacia la derrota de este bloque, al socavar la maquinaria de guerra hitleriana desde el interior, ayudando a derrocar a los gobiernos responsables de la guerra, en los países de la coalición anti-Hitler, el deber sagrado de las más amplias masas del pueblo, y en primer lugar de los trabajadores progresistas, es apoyar en todos los sentidos a los esfuerzos de guerra de los gobiernos de esos países por el bien de la rápida destrucción del bloque hitlerista y asegurar la colaboración amistosa entre las naciones sobre la base de la igualdad de derechos”. Comunicado del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista presentado a las secciones nacionales en Mayo de 1943. (Una vez recibido y aprobado este comunicado por las secciones nacionales, la Comintern se autodisolvió. Entre quienes apoyaron esta decisión estaba Dolores Ibárruri, representando al PCE).
El comunicado sigue, designando la tarea de llevar a cabo la lucha armada en los países “hitleristas”. Pero acabada la II Guerra Mundial las organizaciones armadas se convierten en un problema para las direcciones de los países vencedores que han de presentarse ante la burguesía internacional como “partidos de gobierno” o Estados aliados. Y este hecho embarga al conjunto del MCI: El Ejército Democrático Griego (1946-49), organismo generado por el KKE, se queda sólo en su lucha contra el imperialismo angloamericano y el gobierno burgués (con el que intentó una alianza multitud de veces antes de ser empujado a la guerra civil). Los cuadros comunistas que comandaron al pueblo griego en su guerra serían purgados, ya en el preludio de 1956, por el revisionismo soviético (PCUS) y el heleno (KKE), acusados de “izquierdistas” y “agentes alemanes”3. Las agrupaciones guerrilleras en España significan la persistencia del conflicto armado y el PCE quiere presentarse ya como el lapidador de toda herida abierta por la guerra civil en aras de crear un gobierno de unidad nacional contra Franco (consigna ya esgrimida durante la Guerra, mantenida tras el golpe de Casado y que tomará nueva forma tras el fin de la IIGM):
La política de Unión Nacional preconizada por el PCE se basaba en el hecho de que la gama de las fuerzas opuestas a la política franquista de apoyo al hitlerismo, era más amplia que la de las fuerzas que habían luchado por la República. Existía la posibilidad de un reagrupamiento de las fuerzas políticas que, poniendo fin a la división abierta por la guerra civil, incorporase a la acción contra la dictadura a sectores que antes la habían apoyado, pero que en 1942 se pronunciaban en favor de la coalición antihitleriana y de la neutralidad española.” Historia del Partido Comunista de España4
La dirección del PCE en aquel entonces no hace más que seguir las directrices que predominan en el MCI. Con el “viraje” de 19485 liquida la lucha armada y aborda la tarea de infiltrarse en el sindicalismo vertical para contactar con las masas. Tras años trabajando, sin resultados notorios, con la política de Unidad Nacional, se pasa a la tesis de la Reconciliación Nacional aprobada por el Comité Central (en 1956, cuatro años antes de que Carrillo sea designado secretario general en el VI Congreso del Partido):
“…el Partido Comunista de España declara solemnemente estar dispuesto a contribuir sin reservas a la reconciliación nacional de los españoles, a terminar con la división abierta por la guerra civil y mantenida por el general Franco. (…) Existe en todas las capas sociales de nuestro país el deseo de terminar con la artificiosa división de los españoles en «rojos» y «nacionales», para sentirse ciudadanos de España, respetados en sus derechos, garantizados en su vida y libertad, aportando al acervo nacional su esfuerzo y sus conocimientos” Declaración del Partido Comunista de España “Por la reconciliación nacional, por una solución democrática y pacífica del problema español” Junio de 1956
Una política que definitivamente tiró por la borda la lucha de clases, además de presentar un análisis sesgado de la realidad española, donde según el PCE, apenas una vieja camarilla ligada a Franco estaría beneficiándose del régimen, lo que posibilitaba la creación de ese frente interclasista.6
En este sentido abría que apuntar que el fascismo se caracteriza, más allá de sus vestiduras, por centralizar el poder de la clase dominante en un aparato corporativista, reconduciendo todas las formas de representación social a través del Estado burgués sin “sociedad civil” ajena a ese cuerpo, como sucede bajo las dictadura parlamentaria. Este papel corporativista se imbricó durante un largo período a través de la Falange y el sindicato vertical. Claro está, esto hacía que en el Estado español las contradicciones en el seno de la clase dominante hiciesen temblar al régimen fascista en donde la composición clasista del poder era más rígida y estática, ofreciendo menos posibilidades tácticas a la fracción dirigente (amparada sin fisuras, eso sí, por el corpus central del Estado: el Ejército). Frente a la flexibilidad parlamentaria que permite a la burguesía mejorar su máquina política para solventar las contradicciones “de arriba” democráticamente y no mediante la imposición directa de uno u otro sector, ya fuesen, durante el régimen fascista, los falangistas, los militares o los tecnócratas del Opus. No obstante esta nota sobre el adelanto que supone para la dictadura del capital el régimen parlamentario está más que señalada por Lenin en “El Estado y la Revolución” cuando trata la cuestión de la “república democrática” burguesa:
“La omnipotencia de la "riqueza" es más segura en las repúblicas democráticas, porque no depende de la mala envoltura política del capitalismo. La república democrática es la mejor envoltura política de que puede revestirse el capitalismo, y por lo tanto el capital, al dominar (a través de los Pakhinski, los Chernov, los Tsereteli y Cía.) esta envoltura, que es la mejor de todas, cimenta su Poder de un modo tan seguro, tan firme, que ningún cambio de personas, ni de instituciones, ni de partidos, dentro de la república democrática burguesa, hace vacilar este Poder.”
El desarrollo de la lucha de clases en el Estado español también nos ofrece esta conclusión. La transición, más allá del “mito fundacional” que han creado a base de invertir millones en tinta para los escribanos del régimen constitucional (una vez más expuesto en el episodio Carrillo) supuso el paso, bien marcado y delimitado, de la burguesía monopolista española junto a los sectores en que se sostenía (Ejército, Iglesia...) hacia un régimen más abierto en el que la democracia, como poder de dictar y ejecutar programas políticos, contase con las burguesías periféricas, la pequeña burguesía y la aristocracia obrera, al estilo de los parlamentos de Europa occidental, para facilitar la paz social y un mercado interno “activado” por el Estado pero gestionado por los distintos estratos del capital. Esta nueva correlación de fuerzas permitía al capital español desarrollarse, en aras de convertirse en potencia imperialista (dejar de ser país receptor de capitales para ser exportador) dentro de los límites marcados por la Comunidad Económica Europea.
Nos devuelve este repaso a 1956 para ver mejor que lo que proponía el PCE era una engañifa desde el punto de vista revolucionario; una buena maniobra desde el punto de vista reformista para postular al PCE (como así ha acabado, aunque por debajo de las expectativas que tenían Carrillo y compañía) como gestor de la dictadura de la burguesía bajo las condiciones de un régimen parlamentario. 

El revisionismo en el MCI

Insertada la historia del PCE en la del MCI podemos valorar que no son ni un líder, ni unos dirigentes descarriados los que imponen la política revisionista en el PCE. También observamos que no es ante la elaboración de la Constitución del 78 o ante los Pactos de Moncloa cuando el PCE da “el paso atrás” con la famosa rueda de prensa bajo la bandera monárquica y las consecuentes “anécdotas” que se sucedían con los “cordones de seguridad” del PCE cada vez que aparecía en sus manifestaciones una bandera tricolor que, a modo de risa, tuvo su hueco en la capilla ardiente del ex secretario general.
Pero desentrañemos algo más la cuestión para interesarnos, más allá de la biografía de algunos individuos, por las causas que llevaron a que la línea revisionista vertebrase, para liquidarlos, a los partidos nacidos un día de la Internacional Comunista y que terminaron por convertirse en su contrario para ser aparatos al servicio de la reacción.
De forma principal, aunque no absoluta, está la cuestión ideológica. La clarificación ideológica en las secciones de la IC venía dada por los bolcheviques que fueron los impulsores del deslindamiento, primero en Rusia y luego a nivel internacional, con la vieja socialdemocracia, que se coronaría con la constitución de la Internacional de nuevo tipo, la Comintern. Las diferencias teóricas con la socialdemocracia donde eran detectadas por las bases de los partidos comunistas era en lo político: democracia burguesa o dictadura del proletariado. Sin duda una diferencia nada baladí y que permitía, desde ese elevado punto de discusión, descender a la problemática de cómo llevar a cabo las tareas de la Revolución Proletaria (debate sobre sindicatos, parlamentos, cuestión nacional, clandestinidad, lucha armada, etc.)
En el desarrollo de la lucha de clases, en forma de lucha de dos líneas, en el seno del partido soviético, vanguardia del proletariado mundial a través de la Comintern, se abre camino la tesis sobre el fin de la lucha de clases en la URSS (el arduo período de guerra de clase abierto contra los kulak cicatriza con la Constitución Soviética de 19367). Esta postura revierte en el contexto internacional, a través de las tesis del frente popular (en 1935 Dimitrov, en el VII Congreso de la IC, viene a validar en el plano teórico lo que ya era realidad en varios países, el acercamiento a la socialdemocracia para luchar contra el fascismo. En Francia el PCF converge con el partido socialdemócrata, la SFIO, y sectores de la burguesía radical para enfrentar al fascismo). La enorme falla política que distinguía al comunismo de la socialdemocracia empequeñece. Se abre la puerta a la teoría sobre etapas intermedias (parlamentarismo “de nuevo tipo”)8 entre la dictadura del capital y la dictadura revolucionaria del proletariado. Las organizaciones comunistas acceden a perder su independencia en el plano político (a nivel partidario, con el modelo de la JSU o el PSUC; a nivel gubernamental con las políticas colaboracionistas de Italia, Francia, etc.) y en el militar (El Quinto Regimiento ingresa en el Ejército Republicano. El Ejército de Liberación Griego que combatió la invasión alemana es disuelto por el Partido; más tarde el propio KKE se verá obligado a crear el Ejército Democrático durante la guerra civil. La Svolta di Salerno del PCI desarma a los partisanos italianos, etc.). Y con este nuevo período en que el interclasismo ocupa los programas de los partidos comunistas, el énfasis se centrará en las cuestiones de índole organizativo cayendo en el organicismo que posibilitará a las direcciones entregadas al revisionismo manejar a su antojo los aparatos de los partidos, máxime, ante las dificultades que la burguesía pone a los comunistas para que realicen sus reuniones (aunque esta no sirve de excusa, pues los revolucionarios rusos conformaron su movimiento político en medio de un Estado autocrático. Y nunca jamás la burguesía permitirá que una organización revolucionaria lleve su vida “con normalidad”).
Organicismo y burocratismo propios de las organizaciones de viejo tipo y que son el justo correlato a la derrota de la línea revolucionaria en los partidos comunistas y que explican como los destacamentos anti-revisionistas que se desgajan de los partidos oficiales los forman grupos minoritarios ya que las amplias bases militantes, “por disciplina”9, se mantienen en la estructura orgánica original a pesar de ser ésta ya un arma al servicio de la burguesía: es la falta de claridad ideológica y el organicismo que envuelve a ésta la que determinaron el desarrollo del MCI. Esto trasluce en el seguidismo que los partidos comunistas realizan a las tesis del PCUS, como quedó sentado en la Conferencia de los 81 Partidos Comunistas y Obreros de Moscú, en 1960. Seguidismo que se trasladó a los contextos nacionales donde las escisiones “pro-albanesas” y “pro-chinas” apenas tendrían recorrido, con independencia de la justeza de sus críticas al revisionismo soviético. Es más, las críticas, al menos en Europa, por donde tendrán cierta incidencia será por la derecha con las tesis eurocomunistas, las cuales, no implicaron ningún cambio cualitativo con respecto a las del “campo del Este” (abandono de la dictadura del proletariado, de la necesidad de la violencia como partera de la revolución, del internacionalismo proletario, etc.) y que tan solo suponían el encajonamiento de la línea revisionista (dirigir estados burgueses) a las particularidades de la Europa occidental donde el revisionismo, en vez de estar instalado en el centro político del Estado, era sólo un puntal de los regímenes parlamentarios de la burguesía monopolista. O aspiraba, como en España, a serlo:
El testamento que Togliatti lega al PCI y que hace suyo la dirección del PCE se puede resumir en los siguientes aspectos: reformas no reformistas, satisfaciendo las reivindicaciones obreras más inmediatas en un plano de desarrollo económico alternativo al capitalismo como forma y medio para alcanzar el socialismo; todo planteamiento de socialismo estará ligado a una concepción pacífica del mismo; la lucha por la democracia plena se convierte en el principal objetivo de los comunistas, ya que el capitalismo siempre va ligado a tendencias antidemocráticas…” Amadeu Sanchís i Labiós “Influencia del PCI sobre el PCE al final del franquismo. Utopías/Nuestra Bandera Nº 200. VOL. II/2004

Caracteres, como decimos, que ya habían sido plenamente asumidos por la mayoría del MCI: parlamentarismo, sindicalismo, vía pacífica al socialismo, etapas intermedias…
“la clase obrera, uniendo en torno suyo a los campesinos trabajadores, a los intelectuales, a todas las fuerzas patrióticas, y dando una réplica decidida a los elementos oportunistas, incapaces de renunciar a la política de conciliación con los capitalistas y los terratenientes, puede derrotar a las fuerzas reaccionarias, antipopulares, conquistar una sólida mayoría en el parlamento” Nikita Jruschov, Informe del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética ante el XX Congreso del Partido, febrero de 1956.
Comprender el desarrollo del movimiento comunista internacional no puede limitarse a observar la historia como un conjunto de sucesos aislados. Los avances y los retrocesos de nuestro movimiento, durante todo el siglo XX, han de ser observados en el contexto de la lucha de clases internacional y nacional, partiendo del corpus ideológico del que se alimentó el movimiento comunista para poder convertirse en la avanzada de la revolución mundial y guía de todos los procesos de liberación que ha emprendido la humanidad desde la Revolución de Octubre. Si centrásemos nuestro análisis en unas cuantas figuras (como Carrillo) y las tomásemos aisladas del proceso histórico y político en el que actuaron no podríamos avanzar en la lucha por comprender las contradicciones que hoy atenazan al comunismo.
En este texto se han resaltado algunos de los resultados de la línea revisionista que se erigió en mayoritaria en el MCI y que aún persiste. Pero entendemos que realizar un balance de la experiencia histórica implica no simplemente resaltar los problemas y efectos que se tradujeron en línea política del MCI, sino acudir a sus causas que son, en última instancia, las bases ideológicas sobre las que se formuló nuestro movimiento, nacido de la pugna del marxismo con las tesis economicistas y metafísicas que pudrieron a la II Internacional.
REVOLUCIÓN PROLETARIA
OCTUBRE 2012
Notas

1 Ver, por ejemplo, “El último secretario general”, artículo de Pablo Iglesias, publicado en Público.es el 18/09/2012

2 También esta situación se da en América: “Por ejemplo, en 1946, el Partido Comunista de Chile apoyó al Partido Radical, un partido burgués, en la consecución de la victoria en las elecciones, y se formó un gobierno de coalición con participación de los comunistas. Los dirigentes de este partido fueron tan lejos que describieron a ese gobierno manejado por la burguesía como un “gobierno democrático popular”. Pero en menos de un año, la burguesía obligó a los comunistas a retirarse del gobierno, realizó detenciones en masa y en 1948 declaró ilegal al partido.” “La Revolución Proletaria y el renegado Jruschov”, compendio de artículos publicados por la Redacción del Renmin Ribao y la Redacción de la revista Hongqi (órganos del PCCh) en marzo de 1964. 

3 El caso más notorio es el de Nikos Zachiaradis, secretario general del KKE durante la guerra civil, que moriría en Siberia en 1973, 20 años después de ser deportado por el revisionismo soviético. El KKE ha rehabilitado su figura recientemente.

4 Esta “Historia del PCE” es un trabajo realizado por una comisión encargada por el Comité Central del propio partido y que fue publicado en 1960 por Éditions Sociales, en París. Esta obra puede consultarse fácilmente, ya que está disponible en internet. 

5La aprobación de la nueva táctica en 1948 inició un viraje en la vida del Partido; representó la superación de cierto subjetivismo que había existido anteriormente en la apreciación de algunas realidades del país, particularmente en la insuficiente apreciación de las consecuencias desmoralizadoras que la derrota había tenido en amplios sectores del pueblo, llevándoles a perder la confianza en sus fuerzas.” Historia del Partido Comunista de España, Editions Sociales, París 1960

6 “No es otro Frente Nacional, otra coalición, aunque en determinado momento pueda adquirir esas formas. Representa más: tratar de ser el comienzo de toda una transformación de hábitos y costumbres arraigados en la vida política española durante más de un siglo de guerras civiles, pronunciamientos y represión terrorista que la dictadura intenta perpetuar” Santiago Carrillo, discurso de clausura del III Pleno del CC del PCE, 1957. Citado en las resoluciones del IX Congreso del PCE (1978)

7Marx decía que para que el proletariado pueda emanciparse tiene que aplastar a la clase de los capitalistas, quitar a los capitalistas los instrumentos y medios de producción y destruir las condiciones de producción que engendran el proletariado. ¿Puede decirse que la clase obrera de la U.R.S.S. ha alcanzado ya estas condiciones de su emancipación? Indiscutiblemente, puede y debe decirse.” J. Stalin, Sobre el proyecto de Constitución de la URSS (1936)

8 Durante la guerra civil en España y sobre todo tras la II GM el Movimiento Comunista expresa constantemente la caducidad del régimen democrático burgués (por permitir al “oscurantismo” fascista su desarrollo que implicaría una regresión social) y el nacimiento de un nuevo tipo de república (tras el 18 de Julio en España) en donde la clase obrera estaría al mando del proceso “revolucionario” pero éste no estaría determinado ni por la dictadura del proletariado ni por la de la burguesía.

9 Una “disciplina” que antepone la organización a la línea política (de ahí que hablemos de organicismo) y que, lejos de haberse solventado, es una lacra que arrastra el movimiento comunista, copado por el revisionismo. Cualquiera que conozca el movimiento a nivel juvenil sabrá de numerosos grupos de militantes que “por disciplina” no critican a su organización y no son capaces de articular una respuesta al revisionismo, por claro que aparezca.

No hay comentarios: