En 2010 la patronal y la banca pagaron una bochornosa campaña bajo el lema “Esto solo lo arreglamos entre todos” para levantar el ánimo (léase consumo) de la ciudadanía española. En ella aparecían Buenafuente, Ferrán Adriá, el Follonero, Gasol y un montón más de personajillos de la vida pública. A nivel local (desde las páginas del NUPA) ya se respondió a aquella campaña de agresión a la clase obrera con un humilde artículo titulado “Esto solo lo derribamos entre todxs”[1].
Los payasos de la tele se olvidaron de algunas cosas |
Dos años después, popularizada entre la derecha hispánica la idea de la “Marca España” (su patriotismo se limita a vender al país como una competente marca de vinos, jamones, casinos y bares de alterne), aparece la empresa Campofrío financiando a los bufones de la España profunda y cañí (los morancos, Chiquito de la Calzada, Santiago Segura…) para levantar nuevamente los ánimos del pueblo español, bajo el pernicioso título de “El currículum de todos”. Como si tuviese algo que ver el currículum de un camarero o de una cajera que curran desde los 16 con el de su explotador, un desertor del arao o algún burócrata que lleve desde que salió de la privada en algún cargo público. El caso es que con la melancolía navideña pretenden vendernos una vez más lo buena que es la selección de fútbol (evasora de impuestos), lo grandes que son nuestras infraestructuras (tan inservibles) y hasta despiden con buen humor (se nota que no les toca a ellos) a los cientos de miles de emigrantes que abandonan el país, aunque eso sí, sólo a los españolitos con título universitario, y no a la mayoría obreros de otros países que nuevamente tienen que volver a dejarlo todo (su vida, sus amigos, su familia...) para poder sobrevivir. Pero ¡qué demonios! seguramente esta multinacional española, que explota a más de 11.000 trabajadores, esperará que el ardor patriótico y navideño haga aumentar sus ventas de salchichón y chorizo.
Porque si quisiera realizar una radiografía certera de lo que es el currículum de la marca España tendría que haber hablado de Díaz Ferrán, fiel representante del empresariado español que, no en vano, fue presidente de la CEOE hasta 2010. Y dos años después añade a su currículum, y al de todos los patrones, a parte de sus constantes ataques a los derechos de la clase obrera, la detención por alzamiento de bienes y blanqueo de dinero. “Apenas” 150.000 euros y un kilo de oro fueron encontrados en su domicilio[2]. Toma currículum.
También podrían haber hablado, la marca chacinera o sus bufones, de Rodrigo Rato, el toca campanas de Bankia, que gobernó entre 2010 y 2012 la entidad financiera con más agujeros de todo el Estado español hasta que acabó de derrumbarse, pero que sigue batiendo records de desahucios; años antes fue flamante ministro del gobierno popular, tiempo en que fue uno de los impulsores del decretazo contra los obreros en paro al que sucedería una huelga general. Y entre otros muchos puestos, también rellenó su hoja profesional ocupando la dirección del FMI justo hasta el día que las subprime iniciaron el ciclo de “desaceleración” del capital internacional. Y es que Rato es todo un especialista en aquello del tente mientras cobro. Toma currículum.
Pero parece que para vender chorizos, los de Campofrío prefieren no hacer referencia a los mismos. Prefieren las cortinas de humo de la cultura imperialista y se remiten a los premios Nobel de origen español que, más allá de los méritos que tuviesen o dejasen de tener los galardonados, no es más que una placa que el capitalismo sueco concede a técnicos renombrados (en la ciencia, la literatura…) para así poder glorificar a sus criminales de guerra (a los nobel de la paz estilo H. Kissinger, B. Obama o la Unión Europea).
La marca de chorizos (Campofrío, no España) también insiste en su panegírico nacional-televisado, en los logros del deporte patrio exponiendo cada victoria en tenis, fútbol etc. como una gesta nacional para que el pueblo se olvide de los 6 millones de parados o de los cientos de manifestantes y huelguistas detenidos en 2012, algunos de los cuales, como el vallekano Alfon[3], siguen entre rejas.
No es muy difícil imaginarse a los portavoces de los militares brasileños o argentinos hablar en los 60 y los 70 de O rei Pelé o la albiceleste para que el pueblo retirarse la mirada de los miles de militantes revolucionarios que desaparecían en los cuarteles o en el mar. Tampoco es muy difícil acudir a los registros del NODO para ver ¡una vez más! el gol de Marcelino a la Unión Soviética de Lev Yashin y así poder imaginarse el trato que la marca Spain is different, registrada por Fraga, dio al gol para olvidarse de Julián Grimau, fusilado un año antes; o de todos los presos políticos, y también los sociales, o, por supuesto, de todos los héroes del pueblo muertos ante pelotones de ejecución o batiéndose el cobre en las trincheras antifascistas.
Y aquí en las “Españas” la argumentación es donde se pone más interesante.
La burguesía en todas sus formas reclama alguna España, sea la del circo y la pandereta o la de los serios academistas. La fascista, la pequeño burguesa, la europea o la democrática.
Los proletarios también tuvimos una España: la de Miguel Hernández, la del Quinto Regimiento, la de las huelgas revolucionarias del 17, del 19 o del 34; y la de los jornaleros de cualquier tiempo. Tan sólo hay una diferencia, por otra parte abismal, ente todas las Españas de la burguesía y la del proletariado. La burguesía decora sus recuerdos y sus construcciones actuales con el manto nacional. Le es indispensable (tanto a la burguesía monopolista como al pequeño burgués; tanto al monárquico como al republicano) adobar su memoria política, como antecedente necesario de su actual programa político, con la gloria nacional, con la bandera patria y con la insistencia en lo que es mejor para el (su) país.
Sin embargo el proletariado no necesita nada de ello en un Estado imperialista (y que ni mucho menos tiene en peligro su “soberanía nacional”) que oprime no sólo a aquellos pueblos a los que exporta capitales, sino que cercena a las naciones encorsetadas en sus fronteras los derechos democrático-burgueses más básicos. El proletariado, la clase obrera, aquí necesita reconstituir sus instrumentos de combate retomando en primer lugar el balance de su propia experiencia, para sintetizarla en teoría revolucionaria, observando en su gloriosa historia a una clase y no a una patria, a obreros y obreras, a revolucionarias y revolucionarios a los mejores luchadores del campo y la ciudad, que habían comprendido, como habrá de hacer el proletariado actual para librarse de sus cadenas, que la emancipación social no reside en mantos nacionales, ya caducos, sino en la Bandera Roja del Comunismo.
Juventud Comunista de Zamora
Diciembre 2012
[1] “Ni un paso atrás”, órgano de la Plataforma Antifascista de Zamora Nº 8, Abril 2010
[2] En un país “futbolero” como éste 150.000 euros suenan a calderilla, por eso merece la pena echar cuentas. Añadamos al cash de Díaz Ferrán que 1 lingote de oro (pongamos de 21, 6 K) se paga en la actualidad a unos 34.000 € (Visto el 18 de diciembre en http://www.goldmonexx.es/calculadora-de-oro.htm ). Añadamos también que según el INE (Octubre de 2012) el sueldo que más se repite entre los que aún tienen trabajo está alrededor de los 16.000 € anuales. En la ilusoria situación de que un obrero medio no comiese (ni él ni su familia), es más, no tuviese gastos de ningún tipo, tardaría 11 años y medio en reunir este dinero.
[3] Más información: Plataforma por la libertad de Alfon: http://alfonlibertad.wordpress.com/
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