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Desde unos meses para aquí la dirección de la UJCE viene preparando la expulsión de los colectivos de Almería y Zamora. El proceso se ha ido alargando en el tiempo no porque la decisión no estuviese tomada (de hecho está decidida de antemano previamente a las formalidades del Comité Central de Mayo), sino porque la dirección de la UJCE se encuentra debilitada y desorientada ante la nueva tesitura política y social y ha tenido que peregrinar por gran parte del mapa político del Estado a fin de “atar todo” antes de promocionar entre las bases el ataque contra nuestros colectivos. Esta atadura no consiste en otra cosa que la de intentar crear una especie de “cordón sanitario” contra el peligro bolchevique, buscando un cobarde “pacto de no agresión política” con camaradas de otras organizaciones para que no se genere un debate teórico y político profundo que perjudicaría al revisionismo de la UJCE, demasiado empantanada en el organicismo y en su inexorable camino hacia la derecha, palabrería a parte, y poco preparada para defender su línea oportunista y revisionista ante cualquiera que plantee el debate en términos marxistas, algo por lo que la dirección tiene que perseverar en el menudeo político entre bastidores.
Desde unos meses para aquí la dirección de la UJCE viene preparando la expulsión de los colectivos de Almería y Zamora. El proceso se ha ido alargando en el tiempo no porque la decisión no estuviese tomada (de hecho está decidida de antemano previamente a las formalidades del Comité Central de Mayo), sino porque la dirección de la UJCE se encuentra debilitada y desorientada ante la nueva tesitura política y social y ha tenido que peregrinar por gran parte del mapa político del Estado a fin de “atar todo” antes de promocionar entre las bases el ataque contra nuestros colectivos. Esta atadura no consiste en otra cosa que la de intentar crear una especie de “cordón sanitario” contra el peligro bolchevique, buscando un cobarde “pacto de no agresión política” con camaradas de otras organizaciones para que no se genere un debate teórico y político profundo que perjudicaría al revisionismo de la UJCE, demasiado empantanada en el organicismo y en su inexorable camino hacia la derecha, palabrería a parte, y poco preparada para defender su línea oportunista y revisionista ante cualquiera que plantee el debate en términos marxistas, algo por lo que la dirección tiene que perseverar en el menudeo político entre bastidores.
La decisión de expulsión que conocemos desde hace un tiempo, no nos quita el sueño a los comunistas, sin embargo hemos de realizar una serie de puntualizaciones a fin que nuestro conflicto con la dirección de la UJCE no quede en un asunto burocrático, pues como decimos este responde a cuestiones más amplias y que hallan su explicación en una dirección que se encuentra acorralada ante el viraje hacia la izquierda del Movimiento Comunista en el Estado español, que teme a unas bases que cada vez están más conectadas con problemas de índole ideológico y que, sobretodo, teme su aislamiento ante este giro que trae de la mano el crecimiento de unas organizaciones y el surgimiento de otras nuevas.
Ante la acusación formal realizada por el Comité Central de la UJCE que nos acusa de “desviaciones fraccionalistas” no podemos por menos de reconocer que los colectivos mentados nos hemos organizado de un tiempo hacia aquí como “Fracción Roja” para luchar contra el revisionismo en el seno de la UJCE, cuestión para la cual, ante las sucesivas direcciones revisionistas que censuran todo debate[1] sólo podíamos adoptar la forma de una coordinación “clandestina”.
Cargos de culpabilidad
Reconocida nuestra organización para luchar contra el revisionismo en el seno de la UJCE, son varias las acusaciones que la dirección ha ido añadiendo en el proceso sancionador a fin de engordar la base, dentro de su ordenamiento jurídico, para nuestra expulsión. Poco nos importa lo que piensen o digan los oportunistas de toda laya que ocupan cargos de dirección o que son sus brazos de madera entre la militancia. Pero nos sentimos obligados a dar explicaciones a los militantes honestos que continúan en la UJCE, y al conjunto del Movimiento Comunista. Y también a la clase trabajadora y la juventud ante las cuales no hay que “guardar” las problemáticas del movimiento comunista sino que hay que sacarlas a la luz pues éstas forman parte de la lucha proletaria. Lo que los revisionistas esconden y ocultan o pretenden solucionar con despachos burocráticos ajenos al proletariado, los comunistas lo tratamos y clarificamos sin problema ante el conjunto de la vanguardia y de la clase, pues ello solo puede fortalecer las posiciones de la Revolución y desenmascarar las de la reforma. Por todo esto hemos de reconocer como se concretan las ambiguas acusaciones que la dirección ha estado filtrando, dicho sea de paso, más allá de lo que sus responsabilidades en la UJCE aconsejarían:
- Somos culpables de haber participado en la Escuela Unitaria de Jóvenes Comunistas coadyuvando a la lucha ideológica con otras organizaciones, mientras la dirección de la UJCE se escondía en su sectarismo. También somos culpables de haber organizado multitud de actividades, de charlas, de escuelas de formación, de debates con diversas organizaciones del movimiento comunista abriendo nuevos espacios para el debate, la lucha teórica y el encuentro.
- Somos culpables de contravenir la línea política de la UJCE por estudiar y analizar los más importantes procesos revolucionarios que se están dando en el Mundo, como el que abanderan los camaradas del PCI (M) en India con la Guerra Popular. Además somos culpables de haberla defendido públicamente siendo así consecuentes con el Internacionalismo Proletario que nos demanda la lucha por el comunismo. Algo que, no podemos negar, seguiremos realizando muy a pesar de la dirección de la UJCE de donde en su día salieron graves insultos contra los comunistas indios o los independentistas kurdos que fueron tildados de “agentes de la CIA”[2].
- Somos culpables de publicar órganos teóricos, como La Línea Obrera y Espacio Rojo, los únicos que se publicaban desde dentro de la UJCE y que hacen de la formación y el estudio colectivo no algo puntual en la vida militante, sino la constante en torno a la que ha de forjarse cada cuadro comunista. Presentando en ellos estudios sobre diversos temas que nos han llevado indefectiblemente a desarrollar la lucha teórica y política por reconstituir el comunismo de cara a la lucha revolucionaria en el Estado español. En este sentido también hemos de reconocer nuestra culpa por realizar análisis sobre la reforma laboral fomentando con ello el estudio entre la militancia de base, con el objeto de formar cuadros comunistas que sepan manejarse ante las masas en el mayor número de cuestiones posibles y que no actúen como autómatas ante los mandamientos del reformismo oficial.
- Somos culpables de luchar contra el revisionismo y decir abiertamente que el sindicalismo es reformismo y que las organizaciones tras de las que van los oportunistas en cada manifestación no son más que las organizaciones de la aristocracia obrera y que por su contenido de clase defienden intereses contrapuestos a los de las masas proletarias. Hecho por el cual aunque sean atacados hoy por el gran capital sus intereses de clase se siguen identificando con el pacto social que les brindaba el imperialismo y no con la Revolución Socialista, algo que ocurre tanto por ese carácter de clase ligado a los opresores como por la inexistencia de un verdadero y firme referente revolucionario.
- También recae la culpabilidad sobre nuestros huesos porque nos hemos posicionado de manera decidida en contra del cretinismo parlamentario y de todas aquellas prácticas que en las instituciones no son más que el reflejo político de las luchas económicas y que solo hacen que mantener los prejuicios parlamentarios entre sectores de la clase obrera que se ven engañados por quienes dicen representarlos.
- Somos culpables por haber defendido el comunismo científico frente a las desviaciones revisionistas que pretenden cambiar conceptos para cambiar contenidos. Y la mejor muestra de esto la encontramos en nuestras sucesivas controversias en torno al concepto de dictadura revolucionaria del proletariado. Para el revisionismo este es un concepto del pasado que ha de ser cambiado por la última moda que exponga la intelectualidad burguesa en sus escaparates y pueda adornar alguna campaña electoral. Para nosotros sigue siendo el modo más correcto de definir al Socialismo como etapa previa al Comunismo en la que el estado proletario, el estado de nuevo tipo será la democracia de las hondas masas proletarias y la dictadura contra las viejas clases dominantes. Pero las soflamas contra la dictadura del proletariado que hemos visto en cada Congreso, en cada Conferencia, en cada reunión; son tan viejas como la lucha de clases entre proletarios y burgueses. Y aquí los opositores del comunismo no aportan nada nuevo, aunque lo crean así, y no son más que una burda copia de los renegados de cualquier época: Bernstein, Kautsky, Jruschev, Carrillo, etc. y que están tan acostumbrados a tratar con la aristocracia obrera y a pulular por las instituciones del capital que temen como a la peste los resultados de la lucha de clases del proletariado.
Las vías “políticas” de resolución
En cuanto a las vías de resolución del conflicto tomadas por la dirección, más que “vías políticas” habría que decir vías administrativas. Cuanto más hemos incidido en el estudio del marxismo más hemos comprendido las contradicciones antagónicas entre el comunismo y la práctica de la UJCE. Todo requerimiento por esta vía, por el debate ideológico, ha sido censurado.
A inicios de 2011 el colectivo de Zamora mantuvo una reunión a petición de la dirección central con el Secretario General de la UJCE y con los secretarios político y de organización de Castilla y León. Los miembros de la dirección se presentaron en Zamora sin ningún orden del día, a pesar de ser ellos quienes promovieron tal reunión[3]. El colectivo de Zamora presentó un análisis sobre su situación que se remontaba a 2009 y esclarecía temas como el de la “Carta a la militancia de la UJCE y al conjunto de organizaciones comunistas del Estado español” que se publicó en marzo de 2010, previa al XI Congreso de la UJCE. El análisis de la citada reunión se centró en una autocrítica del colectivo y una crítica del conjunto de la Unión. Zamora marcó que se había centrado en el estudio y la formación ideológica en detrimento de otras labores, desligándose para ello de lo mandatado por los órganos pertinentes, y que esto era porque la UJCE carecía de plan formativo y la ideología comunista no se tenía en cuenta a la hora de abordar la práctica política. Zamora presentó un modelo de formación “urgente” basado en el estudio colectivo de los clásicos del comunismo ante las importantes carencias teóricas de la militancia. La dirección “tomó en consideración” la crítica y acabada la reunión la Secretaría General se dedicó a propagar la idea entre los militantes de base del Estado de que Zamora había hecho autocrítica por sus “desviaciones teoricistas”, las cuales, por otra parte, nunca se han especificado al colectivo de Zamora, si dejamos de lado los adjetivos carentes de contenido político a que nos tienen acostumbrados aquellos que hacen apología de ignorar todo lo que no saben.
A partir de ahí, en diciembre de 2011, una propuesta para ser cooptados al Comité de Dirección Regional, para cubrir un puesto con el fin de “limar diferencias”, resume el cómo se concibe la resolución de los problemas ideológicos y políticos: a través de la conciliación burocrática.
En el caso de Almería, la dirección de la UJCE, la secretaría general, ha mantenido contactos desde principios de año a raíz de la participación de los camaradas en la Escuela Unitaria en Madrid. Fueron muchos los militantes de la UJCE que acudieron a las ponencias de la Escuela, mas fueron los camaradas almeriense quienes realizaron una ponencia como Juventud Comunista de Almería. Este hecho puso en guardia a la dirección, que mientras tenía lugar este primer encuentro juvenil, se dedicaba a certificar que mantiene las siglas históricas de la Juventud Comunista en el estado español, pero no tiene ninguna intención de darles contenido revolucionario a las mismas. Se puso a los camaradas participantes a expensas del “Comité de Garantías y Control” en medio de todo un conjunto de enrevesadas propuestas de la secretaría general para finiquitar el conflicto: desde una carta de autocrítica[4] hasta una salida voluntaria de la UJCE para evitar el mal trago de la expulsión intentando así “salir todos ganando”. Maneras de politiqueo burgués, juego de oportunistas al que los camaradas de Almería no entraron, pues como venimos señalando es el debate ideológico y político el único marco en que se pueden abordar los problemas del movimiento comunista y no en la conciliación burocrática. Porque a fin de cuentas la “salida voluntaria” habría sido ocultar la bancarrota de la dirección de la UJCE que se haya ante la disyuntiva de abrazar completamente el oportunismo dejando a un lado su parafernalia “roja” o, por otro lado, (y como está sucediendo) dedicarse a añadir la palabra socialismo en algunos de sus escritos y consignas a fin de “endurecer” las apariencias para alargar un poco más en el tiempo el proceso de desenmascaramiento a que están siendo llevados por parte de las bases de la organización y de parte del movimiento revolucionario.
Tras esto, la dirección central comunica al colectivo de Almería que pasaría a disposición de la Comisión de Garantías y Control cerrando lo que la dirección de la UJCE llama “vías políticas”.
Pero estos modos de confundir la política con la burocracia, no son exclusividad de la relación del Comité Central para con los subversivos militantes de Almería y Zamora. Cualquiera que se haya interesado por la no asistencia de la UJCE a la Escuela Unitaria de Madrid, en 2011, ha podido comprobar como la dirección se ha plegado a cualquier debate teórico o político intentando esquivar las preguntas, que solo pueden ser respondidas por el sectarismo y por la confusión política de esta dirección, remitiéndose a “fallos de comunicación” entre los organizadores y la UJCE.
A cuenta del fraccionalismo
Es importante la cuestión del fraccionalismo pues la ignorancia, convertida en dogma por el revisionismo, puede llevar a tildar a nuestra fracción de “trotskista”, cuando nada más lejos de la realidad.
Las fracciones, las corrientes internas en el partido son censuradas en Rusia en el X Congreso Extraordinario del PC (b) en medio de los sucesos contrarrevolucionarios de Cronstadt que anunciaban las dificultades futuras que el país soviético iba a atravesar en forma de lucha de clases al implementar la dictadura revolucionaria del proletariado: En el terreno ideológico defendiendo el sostenimiento de la justa línea de socialismo en un solo país frente a la “revolución permanente” trotskista o las tesis derechistas de Bujarin. En el terreno político emprendiendo la transformación del campo abriendo la guerra contra la clase kulak.
Hasta aquel momento siempre existieron fracciones, es decir, corrientes más o menos organizadas en el seno del partido, primero en el socialdemócrata donde los bolcheviques (los “mayoritarios” durante el II Congreso del POSDR) eran tan solo una fracción (de hecho su “mayoría” se vería truncada poco después). Y posteriormente en el bolchevismo la lucha de dos líneas va a ser constante siendo crucial los momentos de combate entre leninismo y trotskismo que en un país donde la guerra civil está latente, al elevar la Revolución Socialista las contradicciones sociales a su máximo apogeo, se acabarían sancionando por medio de las armas.
Pero siendo justos con la historia política de la clase proletaria no es por esta situación por la que “fracción” se identifica con trotskismo. Esta correlación viene definida por las tesis en torno al partido obrero que formulase el ucranio y que chocan frontalmente con las tesis leninistas de organización, las cuales desconoce la dirección de la UJCE o, al menos, ha de reconocer, jamás ha puesto en práctica, salvo que quiera suscitar la risa entre los sectores organizados de la clase obrera que están en contacto con la experiencia bolchevique.
Para Lenin el partido obrero de nuevo tipo es la unidad entre los principios incólumes de la teoría comunista con el movimiento de masas. Esto no significa que quien se arroga el nombre de vanguardia vaya corriendo tras de todo tipo de movimiento espontáneo para que las masas le permitan repartir su panfleto y, si cabe, introducir alguna consigna que, por fuerza, solo podrá ser reformista. La unión entre teoría y práctica, entre vanguardia y masas requiere de una relación entre ambas de tal modo que la acción de este movimiento político organizado permita superar las condiciones en que se encuentran las masas, es decir, permita al proletariado ejecutar su programa revolucionario a través de sus propias instituciones y organismos, los cuales deben ser un producto consciente del partido revolucionario, como núcleo desde el cual se proyectan concéntricamente los instrumentos de la revolución, implicando a unas masas que difieren tanto en lo cualitativo como en lo cuantitativo.
Y esta unidad que en lo político significa plasmación del Programa Revolucionario, es decir, conquista de la dictadura revolucionaria del proletariado, sea en un barrio, en un pueblo o en un país; en lo organizativo se concreta mediante la concepción del partido como una suma de organizaciones de todo tipo que es desde donde la vanguardia ejecuta, con las masas, la revolucionarización de las condiciones de vida de la clase obrera. Y todo ello detalladamente estructurado por el núcleo dirigente de la Revolución y regido por el más escrupuloso centralismo democrático.
En el otro extremo anida la concepción de Trotski, que sigue las viejas concepciones socialdemócratas en torno al partido obrero. Para Trotski la vanguardia, como destacamento que conoce el marxismo, debe involucrarse en el movimiento espontáneo de las masas y a través de éste ganarse sus simpatías. En definitiva crear “conciencia revolucionaria” desde las luchas reformistas y parciales de la clase obrera, desatendiendo la creación independiente de los distintos organismos de que se valdrá el comunismo para ganar, desde el punto de vista revolucionario, a las masas. En este sentido, Trotski limita al partido revolucionario a ser una FRACCIÓN del movimiento obrero de masas que se va amoldando a la situación concreta de los movimientos de masas para insertar su mensaje. Por ello en los años treinta llegó a pedir a sus seguidores, o a los que él entendía como tales, que se uniesen a los partidos socialdemócratas para hacerles dar un vuelco en su política. Es decir, que se integrasen en un amplio movimiento de masas, ya encuadradas y reformistas, para dar un golpe de mano y guiarlo hacia “otro tipo” de reivindicaciones. En definitiva reformar un organismo social que se ha construido desde unas bases distintas a las de la revolución proletaria tomando las luchas espontáneas de las masas como principal elemento sobre el que debía incidir una “vanguardia” que no había creado las condiciones políticas para movilizar masas con el Programa de la Revolución.
Esta estrategia “trotskista” de construcción política, pegada a las luchas económicas, es a fin de cuentas la del entrismo sobre el que intentó crear el PCE de Carrillo su movimiento de masas a través de las Comisiones Obreras y la que hoy día aun sostiene la dirección de la UJCE aunque con patéticos resultados, salvo que nuestros ya exdirigentes quieran apuntarse como suyo el tanto de la Huelga General convocada por la vanguardia de la aristocracia obrera en marzo. Y es también la excusa sobre la que se protege la dirección de la UJCE para defender el mantenimiento de la Unión en ese entramado que gestiona (y por tanto ejerce) la dictadura del capital. Ya que el “proyecto estratégico” sigue siendo presentado como un frente a través del cual los “marxistas-leninistas” pueden desarrollar la lucha por el socialismo. Patraña a la que últimamente se ha unido la de tildar, al menos de puertas para dentro, a la organización de los Cayo Lara, Llamazares, Garzón etc. como un “movimiento político de nuevo tipo” en ese empeño que tiene el revisionismo por impregnar algo de “revolucionario”, aunque sea fraseología hueca, a sus viejos esquemas.
Un debate que no debemos cerrar
Sentado esto y cuando el revisionismo nos pretende dar lecciones sobre “organización leninista” llamamos a la militancia de base a que estudie por sí misma la concepción leninista del partido obrero. Porque el revisionismo se centra en el aspecto organizativo (el cual deforma al observarlo unilateralmente) y se olvida por completo de todo lo que es condición necesaria para poder hablar de centralismo democrático. Porque la dirección de la UJCE se llena la boca con el “leninismo” hablando de la defensa de los estatutos de la Unión para, a continuación, en el terreno de la ideología y la política, meter una mano entre toda la literatura revisionista “del siglo XXI” que “demuestra” lo “obsoleto” de las teorías políticas de Lenin y la otra en el cesto de las subvenciones estatales vía “proyecto estratégico”.
Algo que se traduce finalmente, tras tantos años de parasitismo ideológico, en una completa falta de formación y en una sonrojante descontextualización de todo debate histórico, que convierte cualquier referencia a la experiencia de la Revolución Proletaria Mundial, en forma de cita, de estos dirigentes oportunistas, en un ejercicio de mal gusto que valida para representar folclore político, pero desautoriza para emprender cualquier empresa política proletaria medianamente seria.
Los colectivos comunistas de Almería y Zamora ya no formamos parte de la UJCE sin embargo seguiremos realizando nuestra lucha contra el oportunismo y el revisionismo que son los principales enemigos que hoy tiene enfrente la clase proletaria. Comprendemos que para alcanzar la unidad comunista es necesaria la escisión con el oportunismo, es imprescindible romper con la teoría y la práctica revisionista. Sin todo ello es imposible pensar en la unidad revolucionaria del proletariado en un movimiento revolucionario organizado.
Acabamos este comunicado en el que hemos querido repasar nuestro proceso de expulsión instando a los militantes honestos de la UJCE a la sistematización del debate y a la organización. Los revisionistas que nos han expulsado de la UJCE son precisamente los que más daño hacen a la organización pues lejos de promover la formación de cuadros comunistas en las problemáticas de nuestro tiempo, insertadas en la lucha por reconstituir al movimiento comunista como el movimiento revolucionario de la clase obrera, se limitan a guiar a la juventud hacia las posiciones del reformismo que significa, en definitiva, renegar de la lucha revolucionaria y plegarse ante intereses de clase ajenos a los del proletariado.
“¡La unidad es una gran cosa y una gran consigna! Pero la causa obrera necesita de la unidad de los marxistas, y no la unidad de los marxistas con los enemigos y los falseadores del marxismo”
V.I. Lenin
Juventud Comunista de Almería
Juventud Comunista de Zamora
A 22 de Junio de 2012
Estado español
[1] Hasta tal punto llega la histeria revisionista por aplacar cualquier debate de calado, que no le importa realizar todo tipo de maniobras burocráticas, por absurdas que sean. Un ejemplo: durante el último Congreso de la UJCE, en abril de 2010, llegaron al Congreso dos enmiendas sobre IU, de la organización de Castilla y León, que reclamaban que la UJCE se fuese de la coordinadora por ser, su práctica, incompatible con la defensa de los intereses revolucionarios de la clase obrera. Si ya la delegación del CC en la Conferencia de Castilla y León se partió el pecho contra dichas enmiendas remitiéndose al PCE… durante el proceso congresual el debate en torno a IU, se cambió de orden (cosa que no pasó con ningún otro) hasta en tres ocasiones en las que se pasó el debate de una Comisión a otra, mareando la perdiz, hasta que al fin, en la madrugada del domingo se pudo debatir sobre IU. Eso sí, los tiempos se limitaron para la defensa de las enmiendas (no para la Mesa) y se eliminó el derecho a réplica contra la Mesa (algo que no ocurrió con otros debates) defensora de la línea oficial. A pesar del centralismo burocrático, algo más de un 20% de los delegados votó por esas enmiendas.
[2] Cualquiera que asistiese a la última sesión del XI Congreso de la UJCE, cuando las dos Comisiones que se crearon volvieron a unirse para solventar las últimas enmiendas, pudo ser testigo de la bravuconada en cuestión, protagonizada por el que fuera responsable de relaciones internacionales de la UJCE, que para negar cualquier análisis, debate o ejercicio de solidaridad en torno a estos procesos no dudó un solo instante en utilizar la mentira, el insulto y la provocación.
[3] Concretando un poco más, esta reunión era el inicio de la “ronda de contactos” de la dirección central con los colectivos locales. El Secretario Gral fue acompañado a Zamora de una especie de test o formulario que la militancia debía conocer con tiempo de sobra para responder, tal y como se comentó. No obstante la “rapidez” de la reunión imposibilitó a nuestro exdirigente enviarlas con antelación.
[4] Nos vemos obligados a hacer aquí un receso. Para la dirección de la UJCE la “autocrítica” no consiste en lo que todo marxista debe entender como tal: en analizar la actuación propia dentro del conjunto de circunstancias en que uno se desenvuelve sacando las conclusiones pertinentes, sean “positivas” o “negativas”, de tal modo que la síntesis sobre esa actuación permita mejorar las actuaciones siguientes. Algo que en este caso significaba reconocer el sectarismo de la UJCE y todos los esfuerzos que la dirección puso en minimizar el encuentro de diciembre, así como sacar a relucir los límites de la línea de construcción política de la UJCE. Para la dirección de la UJCE la “autocrítica” de los colectivos ha de limitarse a dar salves a sus dirigentes y reconocer los pecados cometidos.
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