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sábado, 19 de enero de 2013

(ER 23) La cuestión Palestina en el momento actual



Ha pasado ya algún tiempo desde que abordásemos en las páginas de este órgano de expresión la Cuestión Nacional (ER 19, Enero 2011). En aquel momento, desde una perspectiva marxista, tratamos de explicar cómo entendíamos que debería verse esta complicada cuestión en el Estado español.

En esta ocasión nos disponemos a hacer una pequeña reflexión sobre el internacionalismo proletario en torno a otro tema concreto nada fácil y sujeto a multitud de contradicciones, como es la lucha por la liberación de Palestina.

Defendemos firmemente el derecho del pueblo palestino a la construcción de un Estado, participamos activamente en las campañas que organizan las diferentes organizaciones de ayuda a este pueblo y hacemos nuestras todas sus proclamas. Pero creemos que no se puede perder la firmeza en los principios políticos que nos guían, pues a estos nunca puede sobreponerse la solidaridad, a pesar de que siempre habrá quienes puedan hacer interpretaciones perversas por defender estas posiciones.     

Es por lo tanto una necesidad política hacer una reflexión en torno a Palestina, señalando lo que a nuestro juicio nos lleva, también a nosotros mismos, a incurrir en errores políticos que son lugares comunes de todos aquellos que queremos la emancipación de los pueblos en el amplio sentido de la palabra.

La cuestión que nos ocupa está inmersa en la crisis estructural del Movimiento Obrero y del Movimiento Comunista. Como es obvio la desaparición de los países del “campo socialista” y de la Unión Soviética no escapa a ninguna de las causas que ocupan a toda la humanidad progresiva. De hecho en el tema que nos ocupa se ha revelado como determinante en torno a la correlación de fuerzas existente dentro del movimiento que lucha por la liberación de Palestina. Por esta razón en los últimos tiempos la solidaridad con la causa ha colocado al movimiento obrero y al movimiento comunista, e incluso podríamos decir a todo aquello que se denomina “la izquierda radical”, ante una encrucijada que golpea fuertemente los cimientos de los propios principios políticos de ésta.

La principal razón de esta confusión viene determinada por el hundimiento político de las organizaciones democráticas y revolucionarias, organizaciones apoyadas desde su creación por los  países del llamado socialismo real y que le otorgaban la proyección internacional que no tenían, en favor de opciones netamente religiosas, pero que han demostrado sobrado valor combatiente a la hora de enfrentarse al Estado de Israel y que han ocupado el espacio social que anteriormente ocuparon las organizaciones referentes en los territorios palestinos para la mayoría de la militancia de la izquierda revolucionaria mundial.

El Movimiento de Resistencia Islámica, HAMAS, se ha constituido, por la fuerza de los hechos, como el auténtico actor político palestino que ha sido capaz de forzar al Estado de Israel a llevar a cabo acciones de guerra como la “Operación plomo fundido”, que entre Diciembre de 2008 y Enero de 2009 acabó con la vida de 1500 personas y el bloqueo del territorio de Gaza, tras hacerse HAMAS con la victoria electoral en la franja. El hecho mismo de partir desde el antagonismo de no reconocer la legitimidad que las estructuras internacionales le otorgan al Estado de Israel y es el que le ha granjeado la simpatía política de la mayoría de las masas del pueblo palestino, receptor de las agresiones con bombas de racimo y víctima de las ocupaciones que destrozan las viviendas de esta población. Ésta es pues la característica fundamental que ha conseguido trazar una línea divisoria entre las diferentes facciones que componen el movimiento de resistencia palestino.
En el otro lado de la balanza se coloca la llamada izquierda palestina con la histórica organización político-militar Fatah al frente, organización mayoritaria que junto a otras de corte mucho más revolucionario como el Frente Democrático y el Frente Popular para la Liberación de Palestina, y los demás grupos que en el interior y desde el exilio; combatían al estado de Israel dentro de la Organización para la Liberación de Palestina.
Desaparecida la Unión Soviética se produjeron los Acuerdos de Oslo en los cuales, bajo la supervisión de la “nueva” Rusia capitalista y del Gobierno de EEUU, la OLP, que ya carece del respaldo internacional que en otra hora tuvo, firma el texto que ponía las bases para la creación del Gobierno Autónomo de la Autoridad Nacional Palestina a la que se le otorgaría la legitimidad internacional que no ha sido refrendada hasta casi veinte años después, tras ser admitida esta Autoridad como “estado observador” dentro de la Organización de las Naciones Unidas.

El firmante de aquel acuerdo es el actual “rais” de la ANP, Madmud Abbas, que en aquel momento ocupaba el aparato de relaciones internacionales de la OLP. Es éste el punto de inflexión en el cual las organizaciones de la izquierda que integran la OLP, con Fatah a la cabeza, aceptan el acuerdo que deja la territorialidad palestina en los actuales territorios de Gaza y Cisjordania dejando de lado, en otras muchas, la cuestión de Jerusalem, pues que se reconocía que el Este de la histórica ciudad quedaría bajo control palestino.

A pesar de que la figura histórica de Yassir Arafat fuese uno de los impulsores del acuerdo junto con el primer ministro de Israel (Isaac Rabbin, víctima del magnicidio perpetrado por los alumnos de Barak y Netanyahu), la mayoría del pueblo palestino ve en la firma de los acuerdos de Oslo una claudicación en torno sobre todo a la coexistencia con el Estado de Israel y a la partición de su capital.

Es entonces cuando un pequeño grupo religioso creado en 1988, bajo la égida de los Hermanos Musulmanes Egipcios y en torno a los principios del islamismo político aprovechará el abandono de la lucha armada por parte de la OLP para convertirse en la única organización que combate por todos los medios al Estado de Israel que continua con las prácticas de detenciones, torturas y asesinatos a los dirigentes de los movimientos de resistencia y de la población palestina. Además, la ayuda de Irán fue determinante para la creación de las redes de solidaridad social que ayudaban a paliar la mala situación que desde la ocupación israelí viene sufriéndose en los territorios palestinos. Es bajo estos dos elementos: el combatiente y la creación de “ese estado” que procura la protección social a las masas lo que convierten a HAMAS en la única tabla de salvación existente a la que puede asirse el maltratado pueblo palestino.
La desaparición de Yassir Arafat como figura que cohesionaba a las diferentes facciones de la izquierda palestina precipitó la fractura dentro de la OLP, el hundimiento político de ésta y el alzamiento del Movimiento de Resistencia Islámico que ha llegado a convertirse dentro del territorio palestino en el auténtico centro político. Cuestión que se constataría en la victoria electoral de HAMAS en la franja de Gaza en Enero de 2006. Esto queda confrontado con los difíciles momentos que atraviesa la ANP en Cisjordania, que en los últimos meses ha enfrentado por primera vez en su historia a las protestas de la población de Ramallah y Belén en contra de las políticas del gobierno de Salam  Fayyad.
Islamismo político combatiente contra el estado opresor y una izquierda laica pero domesticada y que basa todo su juego en la acción diplomática en un escenario de guerra permanente. Este es el actual estadio del movimiento de resistencia palestina

¿Pero, cómo se traslada esto en el plano internacionalista?

Todas estas cuestiones anteriormente expuestas tienen su repercusión en las diferentes posturas que toman las organizaciones que defendemos la autodeterminación del pueblo palestino. El hecho mismo de la creación de un Estado Palestino, defendida por la mayoría de la izquierda radical no tiene un significado unívoco. La defensa del derecho democrático a la construcción de un Estado propio ha colocado a muchas organizaciones a defender la creación de la estructura estatal sin tener en cuenta cual debería ser la propuesta que deberían defender los comunistas. Bajo nuestro punto de vista es necesaria una propuesta que supere los esencialismos étnicos y religiosos de un lado y de otro, a fin de barrer muchos de los males que acechan a las masas que viven bajo la soberanía del Estado de Israel, del Gobierno de Hamas o de la Autoridad Nacional Palestina.  

La solución en Palestina no puede pasar por la consigna de los “dos estados” que patrocina una parte del capitalismo internacional, pues es una farsa que no ayuda ni a las masas palestinas ni a los trabajadores israelíes. La consigna justa para el internacionalismo proletario y el anti-imperialismo consecuente pasa por el Estado Palestino unitario destinado a llevar a cabo los legítimos intereses de las masas de ambas comunidades y dirigido por éstas, haciendo así realidad la necesaria transformación que acabe con la opresión del sionismo no sólo sobre el pueblo palestino sino sobre todos aquellos pueblos de oriente medio a los que el Estado de Israel ha robado parte de sus territorios.

Tenemos el mismo deseo para Palestina que para el resto de pueblos y naciones del mundo, en este caso ver ondear la bandera roja sobre el Palacio de la Mukata o la Mezquita de Al-Aqsa.


Juventud Comunista Zamora
Enero 2013




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