Publicamos la segunda y última parte del artículo "Educación y lucha de clases"
Recortes
y movimiento
Repasados
los pilares de la educación, que no son otros que los formados por el bloque
hegemónico o bloque histórico, utilizando términos gramscianos,
bajo la forma concreta de la dictadura del capital en España, no podemos por
menos de ir seguidamente a lo que se está sustantivizando como movimiento
estudiantil en el Estado español, que es a fin de cuentas la exposición en
términos educacionales y estudiantiles de los programas políticos que imperan
en el movimiento obrero y de “izquierdas”.
La “batalla” contra las medidas gubernamentales
se está desarrollando cual cruzada en defensa de la “educación pública”. Claro
está que la burguesía representada por el PP tan sólo busca situar en peores
condiciones al conjunto de la clase obrera y que las medidas implementadas van
en la senda de generar, entre las masas proletarias, más exclusión social que
será resultado de hacer descender el valor de la fuerza de trabajo a base de decretazos.
Pero enfrentar estas medidas señalando estas luchas de resistencia como
aglutinadoras de “acumulación de fuerzas” de “movimiento revolucionario” (salvo
que haya “revolucionarios” que realicen una práctica diferente de la encaminada
a crear u organizar movimiento (6) de “revolución”) es estrellar la
Revolución contra la misma experiencia de la Revolución Proletaria Mundial,
la única fuente de práctica revolucionaria con la entidad suficiente como para
poder extraer enseñanzas de ella.
No ya las organizaciones
revisionistas en el seno del movimiento comunista, sino todos aquellos grupos
pseudo-trotskistas y anarcosindicalistas, encuentran su unidad en la defensa de
la educación pública y en la propaganda por alguna especie de “Educación
popular” que, en primera o última instancia, delega la cuestión educativa al
Estado burgués.
Incluso
desatendiendo que las reformas apuntalan al sistema en su conjunto y que las
luchas parciales sólo pueden ser aprovechadas por el proletariado
revolucionario una vez está constituido, en marcha, el movimiento
revolucionario organizado que es el Partido Comunista, la mera reclamación
de una “Educación Pública al servicio del pueblo” o “un modelo de
educación al servicio de la comunidad educativa y los sectores populares”,
aunque se mezcle con la consigna “socialista” solo sirve para incitar a pensar
que puede existir una educación desligada del sistema productivo y,
consecuentemente, que puede existir “educación para todos” cuando la producción
y el Estado están al servicio de una clase social. A estos efectos el marxismo
ya hubo de delimitar campo en su proceso de conformación frente a las teorías
del socialismo reformista:
“Eso
de "educación popular a cargo del Estado" es absolutamente
inadmisible. ¡Una cosa es determinar, por medio de una ley general, los
recursos de las escuelas públicas, las condiciones de capacidad del personal
docente, las materias de enseñanza, etc., y, como se hace en los Estados
Unidos, velar por el cumplimiento de estas prescripciones legales mediante
inspectores del Estado, y otra cosa completamente distinta es nombrar al Estado
educador del pueblo! Lo que hay que hacer es más bien substraer la escuela a
toda influencia por parte del gobierno y de la Iglesia. Sobre todo en el
imperio prusiano-alemán (y no vale salirse con el torpe subterfugio de que se
habla de un "Estado futuro"; ya hemos visto lo que es éste), donde
es, por el contrario, el Estado el que necesita recibir del pueblo una
educación muy severa. Pese a todo su cascabeleo democrático, el programa está
todo él infestado hasta el tuétano de la fe servil de la secta lassalleana en
el Estado; o -- lo que no es nada mejor -- de la superstición democrática; o es
más bien un compromiso entre estas dos supersticiones igualmente lejanas del
socialismo.” (7)
Las
mismas señas de identidad del comunismo, como ideología revolucionaria, que no
hacen más que sintetizar la experiencia histórica, van en la dirección de
señalar que para hacer bascular cualquier parcela de la realidad del lado de
la Revolución es necesaria la transformación del conjunto de la sociedad,
desde sus bases materiales, quedando obsoleta, en aras de la revolución
socialista, cualquier fórmula reformista o que pretenda ver en la “educación”
por sí sola, el sostén de la nueva sociedad:
“La
teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y de
la educación, y de que por tanto, los hombres modificados son producto de
circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los
hombres, precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el
propio educador necesita ser educado. Conduce, pues, forzosamente, a la
sociedad en dos partes, una de las cuales está por encima de la sociedad (así,
por ej., en Robert Owen).
La
coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad humana
sólo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria.”
(8)
Este
último es un problema de las teorías libertarias y utopistas sobre la educación
que por estar ligadas con la concepción burguesa de la educación tuvieron gran
acogida en el movimiento espontáneo del 15M. En el sentido de parcializar los
problemas que acucian a las masas explotadas, esas teorías encuentran su nexo
con las reformas que propone el revisionismo en sus distintas formulaciones.
Cerrando
nuestro debate en torno a la educación y los movimientos sociales hay que
resaltar una contradicción nada desdeñable. Para aquellas organizaciones que el
sistema educativo (bajo las relaciones sociales capitalistas) se torna en
fuente de “movimiento revolucionario” (bien por la defensa de lo público,
bien porque “en buenas manos” sirva al pueblo…) la ideología revolucionaria,
además de entenderse de forma simplista como un agregado de libros y obras para
rellenar estanterías, como mucho, ocupa un papel eminentemente secundario en la
construcción del movimiento revolucionario. Sin embargo para aquellos que
enmarcamos al sistema educativo en unas condiciones concretas, las del
capitalismo, y señalamos que la educación social sólo puede constituirse para
servir a los explotados si éstos instauran su régimen social (dictadura
revolucionaria del proletariado) la teoría ocupa el núcleo primerizo y
central del proceso revolucionario pues sólo con ésta puede el comunismo
configurarse como movimiento práctico, como actividad práctica humana que
instaure unas bases sociales nuevas para hacer nueva también a la educación.
Juventud
Comunista Zamora
Enero 2013
NOTAS
6. C. Marx, “Tesis sobre Feuerbach”7. Entrecomillamos “revolución” porque no hemos entrado a valorar lo que las distintas corrientes oportunistas denominan de tal modo.8. C. Marx, “Crítica al programa de Gotha”
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