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sábado, 2 de febrero de 2013

(ER 23) Educación y lucha de clases (II)



 Publicamos la segunda y última parte del artículo "Educación y lucha de clases"




Recortes y movimiento

            Repasados los pilares de la educación, que no son otros que los formados por el bloque hegemónico o bloque histórico, utilizando términos gramscianos, bajo la forma concreta de la dictadura del capital en España, no podemos por menos de ir seguidamente a lo que se está sustantivizando como movimiento estudiantil en el Estado español, que es a fin de cuentas la exposición en términos educacionales y estudiantiles de los programas políticos que imperan en el movimiento obrero y de “izquierdas”. 

La “batalla” contra las medidas gubernamentales se está desarrollando cual cruzada en defensa de la “educación pública”. Claro está que la burguesía representada por el PP tan sólo busca situar en peores condiciones al conjunto de la clase obrera y que las medidas implementadas van en la senda de generar, entre las masas proletarias, más exclusión social que será resultado de hacer descender el valor de la fuerza de trabajo a base de decretazos. Pero enfrentar estas medidas señalando estas luchas de resistencia como aglutinadoras de “acumulación de fuerzas” de “movimiento revolucionario” (salvo que haya “revolucionarios” que realicen una práctica diferente de la encaminada a crear u organizar movimiento (6) de “revolución”) es estrellar la Revolución contra la misma experiencia de la Revolución Proletaria Mundial, la única fuente de práctica revolucionaria con la entidad suficiente como para poder extraer enseñanzas de ella. 

            No ya las organizaciones revisionistas en el seno del movimiento comunista, sino todos aquellos grupos pseudo-trotskistas y anarcosindicalistas, encuentran su unidad en la defensa de la educación pública y en la propaganda por alguna especie de “Educación popular” que, en primera o última instancia, delega la cuestión educativa al Estado burgués. 

            Incluso desatendiendo que las reformas apuntalan al sistema en su conjunto y que las luchas parciales sólo pueden ser aprovechadas por el proletariado revolucionario una vez está constituido, en marcha, el movimiento revolucionario organizado que es el Partido Comunista, la mera reclamación de una “Educación Pública al servicio del pueblo” o “un modelo de educación al servicio de la comunidad educativa y los sectores populares”, aunque se mezcle con la consigna “socialista” solo sirve para incitar a pensar que puede existir una educación desligada del sistema productivo y, consecuentemente, que puede existir “educación para todos” cuando la producción y el Estado están al servicio de una clase social. A estos efectos el marxismo ya hubo de delimitar campo en su proceso de conformación frente a las teorías del socialismo reformista:

“Eso de "educación popular a cargo del Estado" es absolutamente inadmisible. ¡Una cosa es determinar, por medio de una ley general, los recursos de las escuelas públicas, las condiciones de capacidad del personal docente, las materias de enseñanza, etc., y, como se hace en los Estados Unidos, velar por el cumplimiento de estas prescripciones legales mediante inspectores del Estado, y otra cosa completamente distinta es nombrar al Estado educador del pueblo! Lo que hay que hacer es más bien substraer la escuela a toda influencia por parte del gobierno y de la Iglesia. Sobre todo en el imperio prusiano-alemán (y no vale salirse con el torpe subterfugio de que se habla de un "Estado futuro"; ya hemos visto lo que es éste), donde es, por el contrario, el Estado el que necesita recibir del pueblo una educación muy severa. Pese a todo su cascabeleo democrático, el programa está todo él infestado hasta el tuétano de la fe servil de la secta lassalleana en el Estado; o -- lo que no es nada mejor -- de la superstición democrática; o es más bien un compromiso entre estas dos supersticiones igualmente lejanas del socialismo.” (7)

Las mismas señas de identidad del comunismo, como ideología revolucionaria, que no hacen más que sintetizar la experiencia histórica, van en la dirección de señalar que para hacer bascular cualquier parcela de la realidad del lado de la Revolución es necesaria la transformación del conjunto de la sociedad, desde sus bases materiales, quedando obsoleta, en aras de la revolución socialista, cualquier fórmula reformista o que pretenda ver en la “educación” por sí sola, el sostén de la nueva sociedad:

“La teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y de la educación, y de que por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los hombres, precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio educador necesita ser educado. Conduce, pues, forzosamente, a la sociedad en dos partes, una de las cuales está por encima de la sociedad (así, por ej., en Robert Owen).
La coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad humana sólo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria.” (8)

Este último es un problema de las teorías libertarias y utopistas sobre la educación que por estar ligadas con la concepción burguesa de la educación tuvieron gran acogida en el movimiento espontáneo del 15M. En el sentido de parcializar los problemas que acucian a las masas explotadas, esas teorías encuentran su nexo con las reformas que propone el revisionismo en sus distintas formulaciones.
Cerrando nuestro debate en torno a la educación y los movimientos sociales hay que resaltar una contradicción nada desdeñable. Para aquellas organizaciones que el sistema educativo (bajo las relaciones sociales capitalistas) se torna en fuente de “movimiento revolucionario” (bien por la defensa de lo público, bien porque “en buenas manos” sirva al pueblo…) la ideología revolucionaria, además de entenderse de forma simplista como un agregado de libros y obras para rellenar estanterías, como mucho, ocupa un papel eminentemente secundario en la construcción del movimiento revolucionario. Sin embargo para aquellos que enmarcamos al sistema educativo en unas condiciones concretas, las del capitalismo, y señalamos que la educación social sólo puede constituirse para servir a los explotados si éstos instauran su régimen social (dictadura revolucionaria del proletariado) la teoría ocupa el núcleo primerizo y central del proceso revolucionario pues sólo con ésta puede el comunismo configurarse como movimiento práctico, como actividad práctica humana que instaure unas bases sociales nuevas para hacer nueva también a la educación.

Juventud Comunista Zamora
Enero 2013

NOTAS
  6. C. Marx, “Tesis sobre Feuerbach”
  7. Entrecomillamos “revolución” porque no hemos entrado a valorar lo que las distintas corrientes oportunistas denominan de tal modo.
  8. C. Marx, “Crítica al programa de Gotha”


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